No es fácil encontrar un claro en la agenda de Juan Pablo Geretto. Tironeado entre sus creaciones, amorosamente devorado por ellas, el actor se divide en sus transformaciones los siete días de la semana. De lunes a viernes se interna en las grabaciones de TV para tratar de conducir los desbordes de la inmanejable Reina, en la tira Los vecinos en guerra (por Teleocho), y los fines de semana se entrega de cuerpo y alma al rigor de la Maestra normal, el personaje que lo traerá nuevamente por Córdoba, el fin de semana próximo, a la Sala Mayor de Ciudad de las Artes.
Finalmente, teléfono mediante, la charla se hace unos minutos con Reina reposando en un sillón de su camarín mientras espera que la llamen para la próxima toma. "¡Decí que estás conmigo!", se escucha que le apunta a los gritos Mirta Busnelli, en un clima de contagiosa distensión. "La verdad es que vengo muy contento a trabajar", dice Geretto. Y no hay nada que permita dudarlo.
Geretto estuvo varias veces en Córdoba. La primera, hace más de 10 años cuando se presentó en sociedad con Solo como una perra. De aquel trabajo de exposición y transformación, que recorría su infancia escolar en Gobernador Gálvez, su adolescencia de búsqueda, su vocación de actor, le quedó aquí (y en cada lugar donde llevó ese unipersonal) un público cómplice y fiel que se rió y se emocionó con esos recuerdos y que festejó cuando la Maestra normal saltó del teatro a la pantalla de Marcelo Tinelli y obtuvo el baño de popularidad de la televisión abierta.
Hoy más que nunca, la maestra más rigurosa del continente y la actriz platinada de la familia Mayorga de Los vecinos en guerracomparten el mismo cuerpo. Y su dueño las lleva con profunda alegría. "Las dos demandan mucho, y está todo bien así. Me siento muy feliz", dice Juan Pablo.
Dos lenguajes
-¿Cómo vivís este tiempo de horario central en la tele? Leí que te costó un poco aceptar la propuesta, que dudaste en ponerle el cuerpo a Reina.-Y es que yo vengo del teatro y es otro lenguaje. Además, yo soy de los que escribe sus personajes: los hago, los ensayo, los vuelvo a hacer, a repasar, a ensayar. Y la tele tiene otra cosa, más de vértigo. Llegan y te dicen, y te ponen y te piden, y te maquillan y te llaman. Pero estoy contento y ya es una decisión tomada. Vengo a laburar con alegría.
-¿Cómo construiste a Reina? ¿El personaje estaba armadito o lo pudiste moldear a tu aire?-Creo que el personaje todavía se está haciendo, viendo para qué lado va a rumbear. Me parece que estamos todos un poco en eso. A veces, las cosas pasan de repente y te parece que hace mucho que estás, cuando en realidad hace poquito que la tira está al aire. Recién la gente empieza a ver los personajes, a reconocerlos, a darte una respuesta. Estando ahí adentro es difícil tener objetividad. De repente, me gustaría llevarla para un lado, para el otro, pero después la empiezo a hacer y veo que tiene su propia vida. Ajena a mí.
-Sacanos una duda, ¿tus tomas se filman desde abajo? Hay algo en la pantalla que te hace más monumental y desbordante todavía.-Sí, puede ser (ríe). Qué divertido. Bueno, viste que dicen que la tele engorda y yo, que soy alto, más los tacos, los brillos, la peluca, me voy a más de 1,85 y quedo enorme al lado de gente que tiene una estatura normal. Como dice el personaje de Mirta Busnelli, soy "la mujer montaña". Soy una gigantografía de mi mismo.
-¿Mirás televisión habitualmente?-Sí. Mucho. Todo el tiempo, soy adicto. Veo de todo. Ahora estoy con Intrusos, y la reproducción de la ballena austral, y una miniserie. Y todo junto y al mismo tiempo, también puede ser.
-¿Y cómo te ves alimentando esa máquina que nunca para?-Me vi todos los capítulos. Es raro, no me integro mucho. No pienso que soy yo el que está ahí... Pero me gusta mi personaje y me gusta el programa. Pienso que sale lindo, que está buena la trama, que pueden salir varias cosas. Me da felicidad hacerlo. Y con el elenco nos llevamos genial. Es la pura verdad, no es una pose. Es divertido venir a laburar.
-Pero la Maestra no se negocia. Sale de gira.-¡Ni loco dejo el teatro! Es lo que más me gusta. Y es un proyecto propio y comercial también. Decidimos hacer una puesta despojada absolutamente porque yo necesito hacerla en todos lados: en la Ciudad de las Artes o en un gallinero. La idea es que esta obra se pudiera encajar en cualquier lugar, que no hubiera obstáculos.
-¿Qué se verá en escena?-Un espectáculo de humor. La gente se ríe mucho, yo me río mucho; la paso bien, la paso genial. Pero siempre pienso mis unipersonales como un extracto de la vida, en pequeño, en concreto, y quiero que vaya arriba y abajo, porque eso es la vida. Tenemos que llorar, que reír, tenemos que pensar, que emocionarnos. Yo quiero que un espectáculo tenga todo eso. No me gusta que pase y salgamos ilesos.
La escuela
La primera Maestra normal aparecía en Solo como una perra. Allí le tocaba encarnar la ley, la institución. Era la personificación de la regla, del sistema de disciplinamiento de los humores que se abaten sobre una (pequeña) persona. "Pero ella tenía su carácter, y necesitaba más protagonismo", dice Juan Pablo, explicando cómo fue que aquella criatura se ganó su propio unipersonal, el tercero de Geretto, premiado por la crítica y por el público.
-¿Sos de los que creen que la educación termina cuando uno entra a la escuela?-Mirá, yo lo que sí creo es que el sistema educativo, así como está, no sirve. Está demostrado. Así como está no va más, no es algo que pueda prosperar, porque nadie es feliz ahí adentro. Ni los chicos, ni las maestras, ni nadie. Esa educación a dedo en la que se enseñaba para muchos, porque la Revolución Industrial mandaba a educar gente para las industrias, ya está. Hoy necesitamos educar para la ciencia, para el arte, para muchas otras cosas. Y creo que sí se puede ir a algo más personalizado.
-¿Cómo lo reciben las maestras, qué devolución tuviste?-Excelente, porque el personaje es la voz del sistema y no personaliza. Si vos pensás que pasaron tantas generaciones, gente que yo me encuentro en la platea que son maestras con pocos años o con muchísimos años de convivir ahí adentro, y que se van mimetizando con los discursos, ya no es un asunto personal. Es el discurso del sistema. Y obviamente han podido reirse, porque el espectáculo está tomado desde el humor. Creo que es la única forma de tomar estos temas, que son absolutamente serios. Si no, sería insoportable.
-¿Qué es lo más grave?-Pensar que estamos en manos de un sistema así, preferiría decir. Porque para mí es loable la tarea de la maestra. Es gente que no va a hacerse rica, que estudia para dar un servicio. Es muy valorable desde el momento mismo en que deciden serlo. Después, sí, me parece que ahí adentro hay algo que pervierte un poco la pasión...
-¿Cómo surgen tus unipersonales? ¿Primero ponés el cuerpo, luego buscás el texto?-Primero, el cuerpo. Siempre. Primero el cuerpo y el discurso al aire, y después se va escribiendo. Mis personajes se arman de esa manera, más como improvisación. Después bajan al papel.
-Hasta lograr una alquimia de humor y amor.
-Me parece que así tiene que ser. Creo en eso, creo que todo tiene que estar atravesado por el tamiz de la ternura. Nos lo merecemos. Merecemos que nos traten bien y que no nos juzguen, y menos aún desde arriba de un escenario.
La obraJuan Pablo Geretto es su Maestra Normal. Espectáculo unipersonal. Viernes 31 de mayo y sábado 1 de junio, a las 21. Domingo 2, a las 20. En la Sala Mayor de Ciudad de las Artes, Riccheri y Concepción Arenal. Entradas a la venta en boletería y en puntos de Autoentrada. Desde $ 120.