Hace unos veranos, Julián Serrano fue de vacaciones con su familia a Brasil. Los padres eligieron una de esas playas llena de argentinos. En algún momento, hicieron el ritual de cualquiera: sombrilla, reposera y disposición para el relax del mar y la arena. De repente, un grupo de chicas se acercó a ellos, con lapicera y papel y celulares. Ni los padres de las fans ni los de la nueva estrella entendían nada. “No pasa nada, pá. Son cosas que por ahí los adultos no entienden. Subí unos videos a Internet y me hice un poco famoso”, dijo el pibe, sin perder la calma.
Esa pequeña historia resume el camino de Julián Serrano en los medios y la construcción de su popularidad, a través de las redes sociales. A los 16 años -ahora tiene 19-, comenzó subiendo videos a YouTube desde su Paraná natal. Eran monólogos, escenas de baile y hasta uno sobre el voto a los 16 años. “Nada serio, boludeces”, dice él mismo. Desde ese momento, sumó más de 60 millones de visualizaciones de sus videos. Más tarde llegaron Facebook y Twitter, con un nivel de popularidad similar. Un día, con la misma naturalidad de las fans en la playa, llegó a un casting de Cris Morena para integrar Aliados (miércoles a las 21, por Telefe).
Así, el chico que estudiaba psicología y comunicación social dejó Entre Ríos para instalarse en Buenos Aires. “Los adolescentes se sienten identificados con lo que digo, aunque a veces intento polemizar un poco con ellos. Aprendí algunas cosas de edición y musicalización. Y fue un boom de las redes sociales”, cuenta.
El casting de Aliados duró cuatro meses. La primera prueba de cámara fue un fracaso para Serrano. No se acordó la letra. Estaba nervioso por tantas cámaras y parafernalia que no había cuando se grababa en casa. A diferencia de otros chicos, no tenía estudios de actuación ni baile ni canto, salvo algunos rudimentos en el rapeo. Entonces, apeló a lo que mejor sabía hacer: improvisar. “Pensé que no me iban a llamar. A las dos semanas sonó el teléfono. Y así comencé a pasar las etapas del casting”.
En el nuevo programa de Cris Morena, su personaje es Franco, un adolescente marginal, sin trabajo ni estudio, que se gana la vida como puede. Es violento y adicto a los conflictos, en contraposición a lo buenos y suaves que son los “seres de luz” del unitario. “Mi personaje tiene la historia de muchos chicos argentinos marginados. Sobrevive como puede, vive en la calle y no tiene amigos de verdad. No es una persona mala, pero no tuvo muchas oportunidades. Con la ayuda de los coaches , pude ir mejorando con el correr de las escenas”.
Julián lleva unos pocos meses viviendo en Buenos Aires y asegura que no extraña Paraná. Con otros chicos del interior, comparte un departamento que le puso la producción. Dice que es muy mamero y que todo el tiempo lo llaman desde Entre Ríos para saber si comió bien o si perdió algo en el camino, como suele hacer. Mientras tanto, sueña con una carrera en la tele. O en la música. O como autor. El chico es tan prolífico en intereses como en fans virtuales.
“Me gustaría meterme más con la actuación, escribir guiones y hacer música; escucho cumbia, reggaeton, hip hop y escribo rap desde hace tiempo. Quizá también estudiar un poco de idioma. O seguir con las carreras que dejé en Entre Ríos. Ahora que lo pienso, tengo muchos proyectos, ¿no?”