A favor: Puro gancho
Tratar de igualar o superar el éxito de Graduados no es un objetivo fácil de cumplir. Intentar lograrlo mediante una remake parecía aún más complicado. Pero Mi amor, mi amor, la nueva tira de Teleocho protagonizada por Juan Gil Navarro, Jazmín Stuart y Brenda Gandini, llegó para sorprender.
Puede que la originalidad no sea su punto fuerte pero, si de ponerse estrictos se trata, son contadas con los dedos de una mano las producciones que impactaron estos últimos años por dicha característica. A pesar de inspirarse en Naranja y media, quienes hayan visto la novela de Francella notarán que Mi amor, mi amorintroduce pequeños cambios en la historia y en los personajes que le dan un sello propio.
Los papeles protagónicos, personificados por un trío conocido pero que nunca tuvo tal importancia dentro de una ficción, introducen cierta frescura a una televisión acostumbrada siempre a las mismas caras. Además, las situaciones que allí se desarrollan (tanto principales como secundarias) gozan de la ventaja de la simpleza y cotidianidad. Dos características que hacen que el público se identifique fácilmente.
Un hombre que se siente atraído por dos mujeres, una mujer que quiere triunfar en su trabajo antes de tener hijos (y se pelea con su pareja por ello), otra mujer que piensa que su tiempo llegó y está desesperada por formar una familia, una madre soltera que tiene que lidiar con la crianza de hijos adolescentes, y un ex novio obsesionado con recuperar a un viejo amor. Son situaciones que actúan como gancho en los televidentes. Más cuando la que podría ser su competencia directa, Solamente vos, aún no llegó a la grilla.
En contra: Bombero de utilería
¿Por qué tenía que ser bombero? ¿No había otro oficio noble y bienintencionado para disfrazar de galán al gran actor que es Juan Gil Navarro? Es cierto que, en Mi amor, mi amor, de lo que se trata es de vestir a un personaje bígamo con el traje de buen tipo, pero ¡justo bombero! Parece que no les bastó a los guionistas con el otro apaga-incendios que, en el otro canal, interpreta un Luciano Castro igual de inverosímil para Sos mi hombre.
Pero no es el overol azul lo más grave del asunto. La nueva apuesta de la productora El árbol (Pablo Echarri y Martín Seefeld) tiene otra falla de origen mayor, que radica en esa estética de cotillón, costumbrista, que en la nueva televisión argentina fundó y explotó con todo éxito (hasta agotar stock) Adrián Suar y sus envíos de Pol-Ka, varios de ellos inolvidables.
Hoy, aún cuando la teleaudiencia votó por las comedias para toda la familia, atrasa un par de casilleros esta historia de personajes que parecen salidos de una fiesta de disfraces y que se mueven a los gritos, con gestos ampulosos, por escenografías de juguete.
Ni siquiera por el camino del absurdo llegamos a esa ferretería que luce más prolija que una boutique, o al pusilánime bombero Juan o al indignado comisario Luis (Claudio Rissi, el padre de Brenda Gandini). No es que no resulten creíbles. El problema es que tampoco suenan divertidos.
Mi amor, mi amor es un bombero que asumió un doble riesgo. Es una remake indisimulable de Naranja y media (el éxito de Francella de 1990) y llega para cubrir el enorme vacío que dejará Graduados. Por el momento, va perdiendo dos a cero.
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