Carla Bonfante es la voz detrás de la computadora de Minuto para ganar 3 (a las 21.45, por Telefe). Ella es la responsable de ponerle un tono humorístico y robótico al programa. Con comentarios graciosos, burlas a Marley y algún que otro reto a los participantes, ella es una de las claves para sumarle descontractura al ciclo de juegos más visto del 2012.
Bonfante no pega con el típico perfil de locutora tímida. Tampoco tiene nada que ver con esa “máquina oxidada y vieja” como la describe Marley en vivo. Es una morocha linda, con boca grande, un look relajado y una voz contundente, que silencia el lugar. Jamás sale en pantalla y, para mantener el misterio, prefirió no develar su cara -ni siquiera en las fotos- hasta que termine el programa. “Juego a hacer el personaje de mala”, explica mientras mueve las manos al hablar. “A veces me las agarro con algún participante, otras le devuelvo los chistes a Marley. Es él quién me dio el pie para tomar más protagonismo”, dice, entusiasmada, en un bar de Palermo.
Antes de Minuto para ganar, Bonfante trabajó en una radio de cumbia, leyó los resultados de la bolsa, estuvo un tiempo en la Rock & Pop, y hace doce años se instaló en Radio Disney, en donde presenta canciones e interactúa con la gente. “El equipo de trabajo es lo que más me gusta”, cuenta.
En la televisión también acompañó con la voz a figuras como Susana Gimenez, Dady Brieva, Julián Weich, Alejandro Fantino y Matías Martin. Pero hace seis años que no se despega de Marley: “Participé como locutora en los últimos seis programas que hizo. Pegamos muy buena onda y nos divertimos mucho. Es tan relajado para trabajar... Cero divo. Nos tenemos cariño”.
Como muchos otros locutores del país, se recibió en el Instituto Superior de las Comunicaciones Sociales (COSAL) y tuvo que hacer varios trabajos que no le gustaban para llegar hasta donde llegó, como publicidades y alguna prueba en el doblaje.“Soy una chica vaga. No me gusta estudiar, así que empecé a laburar directo. Nunca fui buena alumna”, confiesa.
Su cara se vio en la TV una sola vez, al finalizar Minuto para ganar 2, y dice que -a pesar de morirse de vergüenza- hay una parte de ella que se animaría a más. “El precio de poner la cara es bastante caro, pero genera muchas oportunidades”, explica. Y agrega: “Hay que saber bancarse tanta exposición, pero paga mucho mejor que la radio”.
Su problema es que, sin quererlo, se escapa de la locución. Su carácter es tan avasallante que sale sola del anonimato. “No le tengo miedo al protagonismo”, admite: “Si el producto y la producción lo requirieran, estaría frente a cámara. No bailaría como laEnana (Marcela) Feudale porque no me da el lomo. Pero confío en que si me hacen hacer algo es porque saben que va a estar bueno”.
Disfruta mucho de los beneficios del anonimato y confiesa no cuidarse mucho. Toma alcohol, fuma, y disfruta de la vida sin precauciones. “No soy para nada aplicada. Soy la anti-locutora”, bromea. “La gente me imagina gorda, horrible y vieja, pero no me importa. Yo sólo quiero trabajar de esto toda la vida”.