Después de cada frase suena una carcajada espontánea y contagiosa. Es el sonido de la auténtica satisfacción de alguien que está donde quiere estar, haciendo lo que quiere hacer. “Cansado pero contento”, anuncia Jey Mammon. Y no es para menos. El actor está multiplicado en los medios últimamente, siempre por su trabajo. En televisión se lo puede ver en dos ciclos de Telefe: La pelu y Tu cara me suena. Además, tiene su programa de radio Jey No More (de lunes a viernes a las 19 por la Pop); acaba de terminar una nueva temporada de teatro con su espectáculo ¿Dónde está Jey Mammon?
Y además, estuvo de gira con Los Grimaldi (se bajó para hacer radio) y fue premiado con un Martín Fierro de cable por el programa que estuvo al aire el año pasado: A dormir con Jey Mammon.
Sólo te queda hacer cine.
Sí, una película porno. (Risas).
Tu llegada a los medios fue hace relativamente poco tiempo y de manera bastante vertiginosa. ¿Cómo lo vivís?
Es verdad. Fue todo tan rápido que no termino de digerirlo. ¡No tengo tiempo de darme cuenta si estoy contento! Pero eso me ayuda a tener los pies sobre la tierra. Creo que lo mejor de todo esto es que pude darme cuenta de lo que tenía que hacer en la vida.
No es poca cosa eso.
No, para nada. Siento que encontré mi lugar en el mundo.
Bueno, con todo lo que hacés, se podría decir que encontraste varios lugares.
¡Sí, totalmente! (risas) Pero todo fue con mi laburo. Yo empecé haciendo teatro a la gorra y me sentía feliz. Fui logrando cosas, remando, remando y disfruto mucho lo que me pasa ahora. Sé que son momentos.
Y además, tenés mucho por delante. Es otra ventaja.
Claro, tengo 36 años. ¡Una a favor me tocó en la vida! Cuando cumpla 40 no sé qué va a pasar.
¿Cómo hacés para estar repartido entre tantas actividades?
Entre otras cosas, me ayuda mucho la buena voluntad de las personas con las que comparto cada espacio de trabajo. A veces se acomodan horarios para que yo tenga tiempo físico y pueda hacer todo. Soy muy agradecido con eso. Son todos buena gente y eso es algo que hay que rescatarlo. A mí me gusta destacarlo. Por otro lado, creo que para la creatividad pasa lo mismo que cuando vas al gimnasio: cuanto más ejercitás el músculo, más rendís. La creatividad también se autoalimenta. Parece que no van a aparecer más ideas y, sin embargo, aparecen. Bueno, por ahora, por suerte, es así.
Dejaste el elenco de “Los Grimaldi” para hacer radio. ¿Era una cuenta pendiente?
Sí, soñaba desde siempre con hacer un programa de radio. Así que cuando apareció la oportunidad, no lo dudé. Además, Nazarena Vélez, productora de Los Grimaldi, lo entendió perfectamente, desde su rol de hacedora como yo.
Tu personaje, Estelita, parece inmune a todo. Y desde ese lugar logra las confesiones más inesperadas de muchos famosos. ¿A qué lo atribuís?
Es muy loco lo que pasa con Estelita porque siempre hay repercusiones con alguno de los personajes pero, hasta ahora, nadie se ofendió. Para mí es un acto de generosidad que vengan al teatro. Yo me lo tomo como un juego y creo que los demás se enganchan en eso también. Vienen a jugar, desdramatizan, se relajan, y por eso sale lo que sale.
En la radio, además de Estelita, tenés varios personajes más. ¿De dónde salen?
Sí, son unos cuantos. Tengo problemitas porque son un abanico de enfermos (risas). Está Marisa, una astróloga y telemarketer; una monja que se llama Sor Alegría; Carlos Langalda, un locutor nacional y Topu que es payaso y animador infantil. Lo que más me inspira es el mundo del espectáculo y la actualidad. Siempre fui medio cholulito, me encantan los chimentos y para mí son como la Biblia para hacer humor.
No tenés problema en reírte de vos mismo.
No, en absoluto. Es que para transformar la realidad en humor primero hay que reírse de uno mismo. Es fundamental. Yo era muy estructurado y cuando aprendí a reírme de mí, lo demás fluyó naturalmente.
¿Qué te hizo cambiar?
En gran parte, la orientación sexual y cómo te va tratando la gente cuando querés salir del placard. Eso me ayudó a ver con claridad todo lo demás. Empezó por un aspecto de la vida y después, hubo como un efecto dominó, que me acomodó todo lo demás. La decisión de elegir un camino me llevó al resto. Pero eso es lo que me pasó a mí. Cada uno tiene que encontrar su camino.
¿Tenías una necesidad muy grande expresarte?
Sí. Hay que dejar salir esa necesidad sin que te importe lo que opinen los demás ni tratar de ser como otros quieren que seas. No podés tratar de agradar a los demás. Después viene la culpa. A veces me dicen que aclaro mucho que soy gay, pero creo que nunca hay que dar por sentado algo. Sea lo que sea que quieras ser, lo tenés que expresar.
Es curioso que entre tu público hay muchos niños, ¿no?
Sí, los chicos se copan. Y lo veo con mis sobrinos que se divierten con mis locuras. Pero es raro porque hay cosas que son el antiejemplo para los niños. No entiendo qué pasa. (Risas), Debe ser la falta de prejuicios de los chicos.
Sí, seguramente. Es genial la naturalidad con que los chicos toman la vida. Yo creo que tengo algo de niño todavía, por eso de reírme de lo que me pasa. Hago lo que tengo ganas y trato de mirar la vida más relajadamente.
Te convertiste en un personaje querido por el resto de la farándula. Y no suele ocurrir tan frecuentemente eso.
Siento mucho el cariño de mis pares. La gente del medio me aceptó enseguida y después empecé a crecer. Soy un eterno agradecido por eso. Ahora me toman como uno más. Siento que en un ambiente donde predominan las peleas y las rivalidades, el afecto hacia mí es de verdad.
¿Cuándo te diste cuenta de todo lo que habías logrado?
Fue todo tan rápido ... Pero hubo varias bisagras: tal vez cuando hice la primera temporada en Carlos Paz o cuando me llamaron de La Pelu. Ahora, la radio. Todo fue mucho remo, hasta hoy. A mí nadie me regaló nada y sigo laburando todo el tiempo porque siento que no puedo aterrizar así nomás en cualquier lado. En ese sentido, no me relajo. En el verano sólo voy a seguir con la radio para bajar los decibeles y pensar proyectos. No quiero repetirme.
¿De dónde sale el apodo de Jey Mammon?
Es el nombre de una banda que tuve. Estoy tratando de matar mi nombre real para siempre. Jey es jota en inglés que se escribe con “a” pero yo, para hinchar, la puse con “e”. Y Mammon es el hijo del diablo. Además, si el Papa Francisco tiene nombre artístico, ¿por qué no puedo tenerlo yo también?