Un recuerdo que parece un sketch. Un lavadero en Carlos Paz. Año 1992. Entre máquinas de agua, una antena disimulada permite camuflar una FM trucha. El programa de radio se titula Tu forma de ser, en homenaje al hit de Los auténticos decadentes. Leo Montero torea el micrófono. Primera vez en el aire. Sabe que “nadie escucha”, pero deja “la entraña” por un lugar en dial. A 700 kilómetros, en Buenos Aires, Zaira Nara cumple recién cuatro años. Debuta en comerciales infantiles mientras sus padres le sueñan un futuro en la tele. La distancia de tiempo y espacio parecen no tener por qué cruzarlos, pero hoy el chico del lavadero y la niña de las propagandas entrelazarán sus caminos profesionales por primera vez. A las 22.30, por Telefe, debutan con el formato de juegos, Todos contentos y bastante locos, por Telefe.
En Martínez, en un estudio de colores furiosos y escenografía a lo RAI, Montero se acuerda de Berugo Carámbula y del “ Alcoyana Alcoyana ”. No puede creer que el camino recorrido desde aquel lavadero de Córdoba lo haya transformado en heredero de aquellos programas de entretenimiento esenciales de la vieja televisión.
Seis para triunfar, Finalísima, Feliz domingo. Con ojos de princesa asombrada, Zaira lo mira como si hablara de la prehistoria. “Le llevo 17 años. Ella tiene 24, yo en septiembre, 42. Me emociona pensar que ha pasado un tiempo y que los más jóvenes son los que ahora se apoyan en uno”, juzga Montero.
Todos contentos caminará por la senda de los formatos de Marley. Televisión ATP. La televisión que el propio Marley calificó de “saludable”. Montero asiente: “No hay golpe bajo, pelea, escándalo. Esto es diversión y ya. El contenido puede llegar a la abuela y a la madre, pero yo le apunto mucho a los niños. Sabemos que si el niño quiere mirar la tele, el control no se toca”, teoriza el cordobés.
La buena respuesta a los formatos de juego que condujo Marley, sentó un precedente. Hay otra TV posible. Una vuelta a lo lúdico y sencillo...
Montero: Es cierto. Y este es un formato de entretenimientos varios muy exitoso en el mundo. Son tres formatos en uno. Por ejemplo, uno de se llama “Distracción”: se distrae al participante para que cada vez que quiera responder, por ejemplo, le caiga un tortazo en la cara. Muy visual. Otro segmento se llama “Camuflados”: Cinco personas, uno de ellos es pelado, pero tiene peluca. O cinco que hacen jueguito, pero sólo uno es jugador profesional. Hay que adivinar cuál es el intruso del juego. Ritmo, objetos, impacto visual. Parece una redundancia aclarar esto en la televisión, pero es así.
Nara: A eso se suman humoristas que van hilando los tres formatos.
Zaira, ¿Estar en los medios no te genera la necesidad o el compromiso de estudiar una carrera afín para enriquecerte?
Nara: Hice dos años de Derecho y cuando me estaba anotando mi gran duda era Derecho o Periodismo. Terminé dejando cuando un día le di la tarjeta de la facultad a una amiga para que me pase el presente y fui al living de AM. Al otro día el profesor me dijo: Mi hija la vio a usted en la tele.
Ante esas situaciones tuve que priorizar el trabajo. Pero siempre dudo, no sé si terminar la carrera de Derecho o hacer Comunicación.
Se conocían del barrio. “Zona Cañitas, Belgrano”. Ella había sido invitada de él en AM. Después, apenas cruces en pasillos de canales y eventos fashion de presencia obligatoria. Los separaban 17 años y unas cuantas vivencias. Montero estudió periodismo y traductorado de inglés. Amaba profundamente el básquet y por él emigró a Santiago del Estero. Cuando retornó al nido, dejó las “pivoteadas” por las cámaras televisivas de Carlos Paz. Conducía ciclos domésticos, pero a la vez aprendía múltiples oficios: “Llevaba el trasto de luz, la escenografía, alquilaba un salón, grababa, editaba, hacía los canjes para las medialunas”, se ríe. Más tarde, el zoom de la fama: se mudó a los canales más importantes de Córdoba, se cansó de entrevistar a La Mona Jiménez e intentó pegar el salto a lo Ginóbili. En 1994 metió la tonada en la valija y plantó posición en Buenos Aires. Se inició en un programa que hoy le despierta carcajadas: se llamaba Batido, con Paki Galé.
Nara creció con otra televisión. Con su pasado como muñequita de publicidad, a los 15 años se inició como modelo de Pancho Dotto. A los 16, sin más currículum que la belleza, debutó como conductora de Música total. A los 17 años repitió experiencia en un ciclo llamado Animérica. “Yo salía con el uniforme del colegio, mi mamá me llevaba la viandita y me cambiaba en el auto”, recuerda. Después, la irrupción feroz de su hermana Wanda en los medios, el Bailando por un sueño , la dupla con Mariano Iúdica en La cocina del show, y los romances que demandaron litros de tinta rosa (el futbolista Diego Forlán y el tenista Pico Mónaco): “Es cierto que mi hermana hizo una carrera más expuesta, pero yo también tuve momentos de mi vida que me llevaron a exponerme, y ahí mi hermana no tuvo nada que ver”, defiende a su sangre. “Cuanto más expuesta está tu vida, más se juzga tu carrera. Siempre están esperando el A ver cómo lo va a hacer . Me gustaría construir lo que él (Montero) construyó: que no se sabe de su vida privada ni se busca saberlo”.
La perra Gina, propiedad de Zaira, pasea por el canal como si conociera perfectamente los pasillos que su dueña frecuentó cuando acompañaba a Julián Weich por las noches en Justo a tiempo. Por aquel entonces, Nara le prestaba la sonrisa a ese formato que ostentaba tribuna y sorprendía con el rating. La modelo tenía planes de instalarse en España con su pareja, pero el destino, que la paseó por El Trece, la trajo de regreso a Telefe.
“ El límite respecto a la fama involuntaria lo pone uno. Lo que pueden saber de mi matrimonio, lo de las camas separadas y demás, es superficial. Nadie sabe en realidad cómo es mi vida, cómo funciona. Uno hace que eso suceda”, aconseja Montero, el coequiper de Verónica Lozano cada mañana por la misma emisora. Nara suspira y confiesa: “Sueño con que en unos años pregunten, ´¿Che Zaira estará casada al final o no ? Ya no quiero que me pregunten por mi vida amorosa. Estoy sola, pero más allá de ese dato, me gustaría que no se sepa más que de mi trabajo. Ojalá algún día suceda”.