A pesar del protagonismo que adquirió este año con La Dueña, Graduados, y Perfidia en televisión, y con Las Brujas de Salem en teatro, Juan Gil Navarro prefiere apartarse de las visiones exitistas sobre su trabajo, y de esa manera encara el futuro.
En enero reemplazará a Leonardo Sbaraglia en la obra Cock y la semana que viene estrenará junto a Jazmín Stuart y Brenda Gandini la comedia romántica "Mi Amor, Mi Amor" (comienza el miércoles 28 a las 22.30, por Telefe), en la que seguirá explotando su perfil más cómico después de Graduados.
Pero aún así, Juan Gil Navarro no se pone el traje de primera figura o protagonista ("Prefiero sentirme sólo un capitán", dice) y cuestiona ciertas ideas establecidas sobre su carrera. En una charla íntima con Ciudad.com, el actor se sumergió en ese y otros rumbos: el amor, el éxito y (su idea de) la paternidad fueron algunos de los temas que se abrieron paso en un diálogo ideal para escucharlo y, sobre todo, acercarse. Acaso, él mismo lo argumenta, para ello sirve la palabra...
- Tuviste un año de mucho trabajo. ¿Te gusta vivir tu profesión de este modo o preferís las etapas de menos actividad?
- No sé si puede haber tanto control sobre eso. Me parece que en el trabajo y en el plano de la vida las cosas van sucediendo y uno evalúa minuto a minuto que es con lo que quiere seguir. Creo que el arte de vivir o de poder actuar -aunque suene solemne- tiene que ver con estar presente aquí y ahora, y sacar lo mejor que uno pueda de eso.
- Tu personaje en Mi amor mi amor se enamora de dos mujeres, ¿creés que es posible eso?
- Hay tantos puntos de vista hacia el amor como personas en el mundo. A mí no me ha pasado nunca eso e, indudablemente, no me pasa ahora. Mi mujer (está casado con Natalia hace siete años) es todas las mujeres que yo pudiera soñar en una sola, porque es maravillosa y le agradezco. Ella es la responsable de que yo ahora me esté divirtiendo con lo que hago y no me lo esté tomando tan en serio.
- ¿Te dijo que debías tomarte el trabajo de otro modo?
- Lo que me dijo es: “Divertite todo lo que puedas. Uno nunca sabe cuánto tiempo va a estar vivo. No están operando a un chico a corazón abierto en un quirófano. No es tan importante lo que hacen”. Y tiene razón. Pareciera ser una contradicción porque el actor fundamentalmente labura con el ego. Tampoco es que yo no me crea importante. Pero lo que uno hace es salir a decir a decir: “Está bien, es una gran responsabilidad y está buenísima, pero no se viene el mundo abajo si no damos en el blanco”. Y me parece que salir a decir eso baja un poco el exitismo tan argentino como que si Messi mete un gol es Dios y si no lo mete es un pe-lo-tu-do (sic).
- Volviendo a tu modo de vivir la vida como un presente. ¿Siempre fue así o en algún momento tuviste incertidumbre sobre el futuro, miedo a no encontrar una pareja o trabajo?
- No, la verdad es que no. Afortunadamente. Pero sí tuve personas absolutamente talentosas y valiosas que me decían “che, confía en tus capacidades, en tus instintos, en tu buena forma, y andá para adelante”. Siempre han primado los compañeros valientes como Alcón (Alfredo) o como Marrale (Jorge) que me dijeron: “Se trata de que descubras vos tu propia voz, y que puedas decir lo que pensás sin ofender a nadie”.
- Tu personaje en Mi amor..., paradógicamente, miente para sostener la doble vida.
- Miente porque es un chico que no puede decidir entre dos cosas que realmente lo apasionan. Es como Giacomo Casanova, Don Juan o Scaramouche en la Comedia del arte, personajes del teatro que engañan. En Historias de sexo de gente común yo no hacía de un atorrante simpático, yo era un hijo de puta que cagaba a mi mujer y punto. En criollo es eso. Pero este no. Es un tipo que realmente intenta cuidar a las dos partes. ¿Y mirá si te pasa eso? ¿Qué tragedia, no? Que el destino te diga que el amor de tu vida son dos mujeres, pero al mismo tiempo.
- ¿Crees que la mentira sirve para algo?
- No, no creo que la mentira sirva para algo. ¿Me decís de lo que me pasa a mí en la vida?
- Si, respecto a tu experiencia.
- No, no solamente creo que no sirve, sino que la combato. No sirve para nada.
- ¿Y en el amor es mejor callar o decirlo todo?
- Decirlo todo, absolutamente (hace una pausa). Mis mejores experiencias han sido siempre de levantar la mano y decirlo todo. Porque no importa lo que pase. Si el otro sabe absolutamente todo de vos y sigue eligiéndote, bueno, eso es amor. Con Naty, mi mujer, tenemos una relación de comunicación absolutamente fluida, y además ella es counsellor. ¿Conocés de eso?
- No... pero escuché que es algo de la cura con la palabra, pero no sé específicamente de qué se trata.
- Tiene que ver con el área de la psicología. Es usar la palabra como hacen los psicólogos y los psiquiatras para sanar, que no es algo distinto de lo que a mí me toca. Entonces tanto para ambos la palabra es algo de mucho peso. Lo que nos une a vos y a mí desde hace un rato ha sido no solamente la palabra, sino el buen ejercicio de la palabra. Realmente es una herramienta que ayuda a que el otro viva mejor y que pueda sacar cosas que lo angustian.
-En una entrevista con Alejandro Awada nos decía algo similar a lo que estás mencionando. Contaba que había establecido una relación de amor con el teatro, por el dar y recibir. Es una idea interesante.
- Claro, es así. Es que Ale es interesante, es encantador, un gran seductor además. Me he enamorado de él varias veces y lo voy a decir en público (se ríe). Porque además, Ale, que es un hombre de teatro, sabe de ese ritual. Yo creo en esa manera de entender este oficio. Por eso no uso la palabra carrera. Es un invento del siglo XX, los griegos no pensaban en “carrera”.
- Siguiendo tu historia, se puede decir que escapaste un poco a lo establecido al estar casado hace siete años con tu mujer, decidir no tener hijos, al menos hasta ahora, viajar, y buscar por otros lados.
- Sí, porque en realidad lo que nos pasa es que los dos somos muy críticos con el mundo y con la sociedad, y pensamos en qué le pasaría a un alma nueva que venga a este mundo, y cómo criarlo, qué mundo le toca, qué sociedad. Sería muy egoísta decir “tengamos un pibe y después vemos, no importa, es la vida del pibe”. Me parece que uno es responsable de ese acto de amor.
- ¿Por ahora no hay planes de paternidad?
- Por ahora no, pero que se yo... Por ahí el año que viene mi mujer queda embarazada; afortunadamente la vida es una especie de tsunami, te da un cachetazo cuando hacés planes. Y está muy bien que sea así. Tratar de llevar el barco para donde uno quiere, pero si sopla un viento fuerte, bueno… por algo soplará en esa dirección.
- Te casaste dos veces. ¿Qué diferencia hay entre el Juan del primer matrimonio y el de ahora?
- Que no sabía ni pedir ni escuchar. Fue algo que aprendí luego y durante mi matrimonio con Naty. Si uno es valiente puede entender que después de una ruptura puede tener más opciones que una sola. Es como cuando terminas el secundario y te preguntan qué querés ser… ¿y uno qué sabe?
- Suele suceder en muchos ámbitos eso de tener que ponerse etiquetas o definirse, y encima con la idea de que sea para siempre.
- Totalmente. Mis padres se han separado y más allá de los quilombos que eso nos trajo a mi hermana y a mí, lo que a mí me quedó es que no hay que vivir como un fracaso una experiencia anterior. Lo mejor que uno puede hacer es darse un beso con la otra persona y decir “che, no podemos ver las cosas del mismo lugar y te deseo lo mejor”. Afortunadamente con mi primer matrimonio fue así.
SU VUELTA PARA EL FINAL DE GRADUADOS
- ¿Te hubiese gustado seguir hasta el final de la tira?
- Cuando se generó la propuesta de Graduados el programa iba a ir hasta octubre y mi personaje se iba a ir un mes antes del final. Cuando se extendió, yo me terminé yendo mucho antes. Y Sebastián (Ortega), que es un tipo muy generoso y al que le agradezco mucho al igual que aPablo Culell, me dijeron: "No chabón, seguí con tus proyectos (por Mi amor mi amor). Lo único que te pedimos es que vuelvas al final". Y estoy comprometido para volver al final. Volviendo a la respuesta de los planes y las sorpresas de la vida: uno se esfuerza y el azar decide.
Ciudad.com