Desde el momento en que se supo la noticia, se viralizó primero en la web y en pocas horas ya había llegado a la tele. Una a una las partes comenzaron a confirmar las versiones, que las negociaciones existían, que se estaba hablando, que habría nuevos encuentros, que el pase era una realidad posible y concreta.
No hubo programa que no tocara el tema, el conductor estuvo en el ojo de la tormenta y su pase despertó una expectativa acorde a lo que la noticia representaba. Ayer Jorge Lanta, quien el año pasado fue conductor para la misma escudería que Tinelli, con el que hasta tuvo amigables charlas al aire, desde la radio confirmaba las versiones de que el pase del conductor tenía un trasfondo político. Tinelli respondía desde Twitter y llegaba al millón de seguidores, ayudado por una semana de publicidad constante.
El trece le daba la espalda y Telefe ponía cláusulas en el contrato que Marcelo Tinelli no estaba dispuesto a aceptar. La noticia circulaba y en el nuevo mapa de situación, el hombre más convocante de la televisión argentina no tenía canal para hacer su programa.
Fue entonces que Tinelli, presionado por todas partes, decidió desensillar, tomar aire, esperar, frenar toda esa vorágine que se había desatado en tan poco tiempo, para tomar la decisión de cómo será su futuro. Hoy todas las opciones están abiertas.
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