Recordaremos este año como la temporada en la que el rating televisivo se mandó a mudar. ¿Hacia dónde? Mucho hacia el cable; pero también a las redes sociales, Nexflit, Youtube y otras plataformas con una clara conclusión: la gente está un poco podrida de más de lo mismo.
Las ficciones, siempre en calidad de elencos, factura técnica y de producción, demostraron que la crisis es de autores. ¿Por qué la historia de una heroína abandonada por su madrastra que vuelve haciéndose pasar por mucama en busca de venganza funciona en Avenida Brasil y si se hace acá sería un fiasco? ¿Hay acaso una historia más trillada que la de la novela de la Globo?. ¿Qué la diferencia entonces de las nuestras que ya no se animan a ese cuento clásico?. Los autores.El cuento bien o mal contado es la clave, siempre. No éste en si mismo, sino cómo se lo cuenta. El "cómo" parece ser -una vez más- el problema de la crisis.
Da la sensación de que la televisión argentina no se arriesga -salvo excepciones- a mostrar diferente. Se ha caído en la falsa verdad que propone repetir a rajatabla el mismo esquema porque supuestamente es el que funciona.La palabra "riesgo" no clasifica. Programas que lo intentaron cambiando formatos, rápidamente se corrieron a los lugares comunes porque "mide".
¿Cuánto? Si un programa hace 5 puntos ¿es preferible que lo haga con contenido repetido o tratando de hacer otra cosa?. Si igual va a medir poco ¿por qué no hacerlo bancando el riesgo?. Nadie lo sabe, nadie se atreve.
El prime time televisivo se estancó en menos de 20 puntos. Llegar a esa cifra amerita descorchar champagne. ¿Había hecho Tinelli más número si hacía televisión?. Susana Giménez fue un furor en 18; Farsantes y Solamente vos -las ficciones líderes- anduvieron por ahí.
Natalia Oreiro y Adrián Suar fueron la pareja televisiva del año. Ambos, en su caso, arriesgaron. La impronta de la "novela cantada" fue algo diferente, y divertido. Suar se consolidó como gran comediante; y Oreiro fue por un personaje más naturalista en comparación a la afectada "Monita" de "Sos mi vida", hace siete años, pero con el doble de rating.
Farsantes propuso otro riesgo pero los egos de su elenco empastaron un producto redondo. Armar un elenco coral con tantos "caciques" arruinó el estofado. Vender una historia de amor -no clásica pero historia de amor al fin- sabiendo que uno de sus integrantes se iba a ir antes del final -mucho antes- fue una jugada que el público no perdonó.
¿Qué decir de las divas? En su caso la repetición, a diferencia de otros casos, terminó sumándoles. Mirtha consiguió volver, echando por tierra a los agoreros que aseguraban que ya no había almuerzos. Susana se dio el lujo de suspender su programa y seguir proponiendo juegos que, como de costumbre. nunca entendió. Las muletillas estuvieron, ellas también.
Nuestro ámbito -el chimento y sus derivados- copó la tele con una agenda de rápida saturación de temas. Si Evelyn y Doman fueron la sensación del año, si Wanda Nara es la diva del momento, si el affaire Fariña fue el hit, no será éste -precisamente- un año para recordar.
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