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14 abr 2013

El regreso del hijo pródigo




Parece que fue ayer que se lo veía a Diego Torres compartir pantalla con Adrián Suar, Fabián Vena, Carolina Fal o cualquiera de los artistas que formaban el elenco de La banda del Golden Rocket. Pero no, veinte años pasaron de aquel entonces y Torres no volvió a aparecer en la pantalla chica salvo hace dos años, en un episodio de Los Únicos, justamente en una suerte de homenaje a aquel programa, y el año último en el especial anual de la Fundación Huésped por la Lucha contra el Sida. Recién ahora, como protagonista de Los vecinos en guerra, volverá a estar a diario en televisión. "No encontraba el momento, pero sabía que alguna vez iba a volver", confiesa en vísperas del estreno de mañana, por Telefé.
"Desde que terminó La banda del Golden Rocket yo sabía que en algún momento iba a volver a hacer algo en televisión. Lo que pasaba era que no encontraba el momento. Cuando apareció lo de la Fundación Huésped, el año pasado, me encantó y lo acepté al toque porque era algo puntual. Encima me gustó el guión, el elenco y me pareció divertido hacer de gay", cuenta Diego Torres que está a punto de estrenar Los vecinos en guerra , la tira que comienza mañana, a las 21.30, por Telefé.
"En este último tiempo se incrementaba en mí la necesidad de trabajar como actor de una manera más asidua. Ésta era la tercera vez que Sebastián [Ortega] me convocaba para un proyecto suyo. No somos amigos, pero siempre hubo buena onda entre nosotros. A mí me gustaron siempre sus programas. A esto se sumó que mi mujer quedó embarazada y yo sabía que en esa situación no iba a querer viajar, ni hacer un disco, ni nada de lo que estuve haciendo en los últimos años", revela Torres.
-El hecho de parar un tiempo largo, ¿no resiente tu labor cómo músico?
En realidad, no. En mi caso me la paso cantando todo el día. Toco el piano, tengo el estudio en casa. Lo que cambia es que de esta manera trabajo con la música de una manera más descansada, sin presiones. Lo que siento es que en los veinte años que tengo de dedicarle a la música, el trabajo diario requería mi presencia. A ese laburo tenés que regarlo con buenas creaciones, con buenos discos. Uno tiene que estar. Yo estuve y voy a seguir estando en el futuro. Ahora lo que siento es que necesitaba hacer un paréntesis.
-Igual vos sos de tomarte tus tiempos. No hacés dos discos por año o en cine una película atrás de otra.
Soy de hacer todo el ciclo completo. Uno empieza a componer, después a grabar, después vienen las presentaciones, el lanzamiento, las promociones, la gira. Ese ciclo me lleva dos años, porque es la manera de disfrutar del proceso. Uno hace un disco pensando que lo va a tocar en vivo, así que le pone los temas que le gusta interpretar. Sí, es verdad, soy de tomarme mis tiempos. Por otro lado, cuando estoy trabajando en algo suelo empezar otros proyectos para más adelante. Ahora, por ejemplo, mientras hago esta tira ya estoy trabajando en una película que me va a llevar a lo mejor dos años.
-En cine, generalmente hiciste drama, salvo la última que se volcó para la comedia. ¿Por qué ese cambio?
A mí me encanta la comedia, siempre quise hacer una en cine. Lo que pasa es que es un género muy difícil de hacer, tanto en el guión como en las actuaciones. En Extraños en la noche encontré un buen guión, una buena historia, como las de antes. Una comedia con toques de policial negro que me atrapó. Me dejé llevar primero por ese estímulo. Pero además me encantó trabajar con Ale Montiel, con quien además fuimos compañeros del colegio. Somos del mismo signo, del mismo año, dos piscianos de aquellos. Sentí que era la película que tenía que hacer y, gracias a Dios, fue bien recibida. Ahora estamos trabajando con ese mismo equipo en otro guión.
-En Los vecinos en guerra también hay algunos ingredientes particulares que no son la comedia, ¿no?
-Sí. Es una cosa que me encantó del proyecto. En general las situaciones son tragicómicas. Generan risa, pero no hay nada forzado para hacerlo. Y hay unos toques de thriller en la trama que la hacen muy interesante. A mí me fascinaron estos elementos.
-¿Encontrás muy diferente a la televisión actual de la que vos dejaste?
-Mirá, por aquel entonces salíamos recién del blanco y negro y hoy se hace todo en HD (se ríe). No, en realidad la rutina, la mecánica de trabajo es similar a la que había entonces. El trabajo en equipo es igual. Yo soy un tipo acostumbrado a trabajar en equipo y le doy mucha importancia a eso. Disfruto cuando hay un grupo de gente que está en los detalles para cuidarte. Los tiempos cambiaron en cuanto a que mejoró la calidad, la imagen, pero se trabaja igual. Con la misma intensidad, el mismo compromiso.
-Los cantantes en general cuando actúan lo hacen en papeles donde les toca cantar. ¿Por qué vos no?
-Porque no se han juntado todavía en esa propuesta las condiciones para convencerme. Hace poco me ofrecieron hacer un musical en teatro, pero yo no sé si tengo ganas de hacer algo así. EnExtraños en la noche era un músico, pero era un pianista clásico. Eso sí me resultaba divertido, verme en otra vereda musical, la de concertista clásico. Tengo amigos que lo son y sé cómo funcionan, cómo son. Pero el género musical no me resulta atractivo.
-¿Y el teatro común?
-Sí. Me encantaría hacer una buena comedia en teatro. Si me lo propusieran lo pensaría con mucho entusiasmo.
-Con 20 años haciendo música, ¿llega un momento en que algunas cosas te cansan?
-Yo siempre me renuevo. No me quiero repetir. Si no me doy cuenta de que me está pasando, tengo alguien al lado mío que me avisa. "Guarda con este giro que lo estás usando mucho." Es como cuando en el lenguaje se te mete un modismo o una muletilla. Tenés que sacarla, buscar la manera de que se te despegue. Con la música es lo mismo. Con el tiempo mi voz ha ido cambiando, lo mismo los arreglos que uso. Uno no es el mismo a los 20 que ahora a los 40. La experiencia aporta cosas, lo mismo el contacto con colegas o las giras. El conocimiento de lugares, de otras culturas.
-¿Y ganas de cambiar radicalmente de género?
-En general yo siempre fui muy amplio en cuanto al tipo de música que frecuento. Eso lo heredé de mi madre, que cantó con colegas de todos los géneros. Desde Charly García, hasta Ariel Ramírez, pasando por Patricia Sosa o Mercedes Sosa. El prejuicio conmigo en ese aspecto no va.
-¿Este parate entonces no tiene que ver con que estés cansado de la música?
-De la música, no. Necesitaba renovar mi energía, eso sí. A veces el intenso trabajo, la industria discográfica, las presiones, te terminan cansando y te llevan a parar un poquito. Lo que cansa no es la música, sino ciertas cosas que son aledañas a la música y que interfieren en la actividad. Cuando uno siente interferencias, mejor limpiar. Porque hay algo sagrado que no puede faltar. El hecho artístico, lo que vos sentís.

UNA VECINDAD CON GENTE DE CUIDADO

Mecha (Eleonora Wexler) y Rafael (Diego Torres) llevan veinte años de casados y tienen tres hijos. Viven una vida apacible, hasta que sus vecinos de toda la vida deciden mudarse y a esa casa llegan nuevos habitantes que no tienen nada que ver con los anteriores. Para empezar entre ellos está Alex (Mike Amigorena), que resulta ser un ex novio de Mecha.
Pero el problema no es que hayan sido novios, sino que ambos hace mucho tiempo formaron parte de un grupo de estafadores y ladrones de guantes blancos. Mecha nunca blanqueó esta situación ante su familia y ahora tampoco tiene ninguna intención de hacerlo
Por si esto fuera poco, en el grupo de estafadores también estaba Ciro (Luis Ziembrowski), que durante un robo quedó atrapado en el lugar, mientras Mecha y Alex huían, y cayó preso. Él salió hace un tiempo de la cárcel y quiere saldar deudas con sus ex socios.
Del lado de Rafael, tampoco faltarán los secretos, dado que el día que llegan los nuevos vecinos es despedido de su trabajo. Como no quiere contarle esto a su familia, todos los días sale de su casa como si fuera a trabajar, para intentar resolver la situación. Y para colmo, Rafael conoce a una chica, Carolina (Marcela Kloosterboer), que como quien no quiere la cosa lo seduce y se convertirá en un problema para su rutina diaria.
UNA FAMILIA MUY NORMAL

Más allá del tiempo que pasó, Alex nunca se olvidó de Mecha y sigue enamorado de ella. Ante la posibilidad de que Ciro aparezca para vengarse, Alex arma un equipo con actores que se dedican también a hacer estafas para que la protejan y hace que se muden a la casa de enfrente de Mecha como si fueran una familia normal. De este grupo de personas saldrá una serie de historias secundarias que le pondrán más pimienta al conflicto central de la tira.
Entre los personajes que forman parte de estas historias secundarias está Ramón (Hugo Arana), un estafador que hace de padre de Alex; Reina (Juan Pablo Geretto), que en realidad es Lorenzo, un travesti que hace de esposa de Ramón, e Ivana (Mónica Antonopoulos), la asistente de Alex que no se resigna a que éste sólo tenga ojos para Mecha.

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