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19 dic 2012

Los Godzzer se despiden




Que todo concluye al fin, que todo tiene un final, que todo termina y que todas esas cosas. Lo cantaba Vox Dei en un tema setentoso que podría venir al dedillo para ilustrar momentos de despedidas. En plan de fogón melanco, también podría dar cuenta del final deGraduados -esta noche, a las 22.30, por Telefé- la serie que entabló un fuerte vínculo con aquel mundo de los ochenta que el cuarto de Andrés Godzzer (Daniel Hendler) retrata con una obsesividad digna de admiración.
Hace unos días, el clima de despedida ya estaba instalado en esta gran fábrica de ficción que tiene Telefé en Martínez. En medio de este enorme lugar que preserva gestos escenográficos de grandes hermanos, voces argentinas y amores dulces está el departamento de los Godzzer. En minutos están por grabar la escena 6 del capítulo 171. Alrededor de la mesa del living se ubican Violeta Urtizberea, Mirta Busnelli y Roberto Carnaghi. Hace muchos meses, este trío, junto a Hendler, grabó la primera escena de esta familia judía que pasó de tener una sedería a un local de knishes.
Al terminar esa primera grabación, uno de ellos dijo: "Se armó la familia". "Era cierto, en esa primera pasada algo había tomado forma. Ahora, después de tanto tiempo, debo reconocer que me siento muy afortunada de formar parte de esta familia", apunta Busnelli. Ella es la que en todos estos meses dio vida a esta id ishe mame que traspasó la barrera de los lugares comunes. Los mismos estereotipos que, cuando Graduados era un proyecto, a ella le generaron infinidad de dudas antes de aceptar su papel.
Roberto Carnaghi fue el último en sumarse al clan Godzzer. "Esto va a pegar", le dijo a Busnelli apenas leyó los primeros 10 capítulos. Ella es la que llega al bar del canal en donde se hace la entrevista con coquetos ruleros y se sienta frente él, quien ya no tendrá que hacerse la permanente para dar el look de Elías.
En aquellos primeros días, Hendler le confesó a Carnaghi que Elías era igual a su padre. A él eso le gustó. Hoy, se lo dicen todos, y eso le sigue gustando. A Busnelli le pasa lo mismo. Su Danna es tan madraza que los procesos de identificación se entablaron con naturalidad superando cuestiones culturales y religiosas.
 
Nancy Duplaá y Daniel Hendler, la pareja central de la tira de Underground. Foto: Telefé
El primer capítulo de Graduados se emitió a mediados de marzo. Hace mucho. De todo este andar, casi caprichosamente, podría haber dos escenas que sintetizan el trabajo de estas dos personas hermosas y actores tremendos. Por ejemplo, en la que Elías se entera de que ese pibe que conocía de hacía un tiempo (Gastón Soffritti) era su nieto. La escena dura casi dos minutos (1 minuto 50, para ser precisos). Transcurre en la habitación de Andy con música de Cat Stevens de fondo ("Padre e hijo", obvio). Es puro trabajo actoral, de cámaras y autoral. No hay con qué darle: emociona. "Me hablaron tanto de esa escena..., sin embargo yo no la vi esa noche. En verdad, no me veo nunca lo que hago en televisión porque me desagrado. Recién la vi el otro día, en el programa de Gerardo Rozín. Creo que está bien, pero le falta algo... Emocionó y cumplió su función, pero si tuviera que hacerla en teatro sería otra cosa...", se entusiasma, imaginado variaciones y matices.
Ese intenso encuentro entre padre e hijo en el marco de un vínculo distante, como es el de estos dos personajes, es un tema que los entusiasma, que se nota que tienen hablado. Esas charlas colaterales del elenco sobre cada situación deben ser una de las claves para entender el éxito de esta serie que concluye hoy porque, como sabemos, todo tiene un final. Que se logre ese entusiasmo en medio de una tira diaria ("un sistema de producción un tanto contra natura para el actor", Busnelli dixit) es un dato para no dejar pasar.
CONTRAPUNTO

Si aquella escena entre Carnaghi y Hendler desbordaba emotividad, cuando Danna tuvo una parálisis facial allí Busnelli logró escenas brillantes de potente comicidad. Esa marcación figuraba en el texto escrito por los guionistas, Ernesto Korovsky y equipo. Claro que esa mañana, en su casa, comenzó a buscar matices. Al piso llegó con unos lentes de contacto que aportaban a su rostro cierto endurecimiento gestual. Las cejas se las pintaron bien arriba para dar la idea de un asombro permanente y los labios los pintaron bien grandes para dar la idea de un colágeno furioso. "Ese combo, y una manera de hablar determinada, permitió la proyección -cuenta ella-. Yo me divertí mucho. Claro que también me hicieron falta escenas de mayor desgarramiento, porque Danna está en carne viva."
Para sostener a esta familia que ocupa (casi, ocupó) un lugar secundario en la trama hay otro núcleo en cuestión: todos los que están dando vueltas por el piso que no tienen nombres famosos ni nada de eso. Veamos: un hincha de Vélez microfonista, una peinadora militante del spray y el peine, otro que habla con un tal Hugo mientras hace chistes y así las cosas. Unas 12 personas, más los que deben estar en el control, parecen ser los técnicos/artesanos/manipuladores que hacen posible grabar una de las 23 escenas que tiene (o tenía) cada capítulo.
"Todos los integrantes del elenco podrán ser excelentes actores y buena gente y no ocurrir lo que sucedió acá: que se dé entre todos una muy armoniosa relación. Eso es vital. Yo veo el programa porque me dan ganas de ver el laburo del resto de mis compañeros. ¿Entendés? Eso, te lo aseguro, no me pasa siempre. En general me gusta ver mi trabajo. Te digo más: si en una escena estás vos y yo, yo a vos ni te miro. Es así, ¡me pasa!, ¿qué le voy a hacer?, pero no conGraduados ", suelta con una honestidad brutal la Busnelli.
Hay otra tópico que asoma mientras el libreto de la escena 6 del capítulo 171 va tomando forma: el "factor" Nancy Duplaá. "Nancy es distendida, generosa. Con Paola Barrientos, que es como de otro mundo, armaron una relación de enorme confraternidad. Y eso, siendo ella la cabeza del elenco, marca diferencias. Diría que actitudes como la de ella son sanadoras para el ambiente de la televisión. Y aunque estemos vendiendo una cosa tipo Walt Disney, la producción también ha sido muy amable con todos nosotros".
Si Duplaá es la cara visible de toda esta historia ideada por Sebastián Ortega, Julia Freid, por ejemplo, no lo es. Ella es la directora de arte deGraduados . "Julia armó una casa judía en su totalidad. Hasta en el baño hay detalles que nunca se vieron. Es impresionante. Hay mucha sintonía entre producción, arte, vestuario, equipo autoral. maquillaje, técnica, dirección y hasta, incluso, prensa. Entonces, chapeau todos", apunta la madraza de este mundo. "Y hay que reconocer otra cosa: en estos meses los que verdaderamente estuvieron internados acá fueron los técnicos", reconoce quien le dio vida a ese padre dependiente del control remoto.
Todo este mundo hoy, acá, en Martínez, ya debe estar desarmándose. Bastante antes de la gran despedida en el teatro Gran Rex (se verá esta noche, desde las 21.30) se habló de hacer una película, o temporada de verano en Mar del Plata, o una segunda parte. Nada de eso. "Del éxito hay que salir, hay que salir. Graduados fue una excepción y hay que cuidarlo", dice, muy segura, la gran Mirta Busnelli. "Hay que salir, tiene razón Mirta. El primer año de Gasoleros fue maravilloso y el segundo fue imbancable; todo lo que se había ganado se perdió. Acá hubiera pasado lo mismo", agrega el gran Roberto Garnaghi.
Así es que Graduados tiene un final. Y así es que estos dos actores de esencia teatral esta noche se subirán a un gran escenario para decirle adiós al éxito de la TV de 2012.
La Nación

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