La noche del miércoles encontró a la diva máxima del espectáculo yendo a ver a su amigo Juan Martín del Potro en el encuentro con el número uno Roger Federer. Susana Giménez la pasó bárbaro en Tigre y volvió a su casa, pero tenía un antojo: comer unos chocolates y otras golosinas que le encargó a su hombre de confianza. Era una noche complicada porque Susana había perdido su celular, que finalmente apareció, pero estaba angustiada.
Marcelo es el chofer de Susana Gimenez. Tiene un 207 gris. Susana lo mandó a comprar unas golosinas al minimercado de la estación de servicio más paqueta de la ciudad, ubicada en Mariscal Castilla y Figueroa Alcorta, al volver del partido de tenis.
En esa esquina esta la placa que recuerda la muerte del "Varón del tango", Julio Sosa. El chofer estacionó su auto frente a un surtidor y dejó atrapadas a tres exquisitas mujeres de mediana edad en un Chevrolet Cruse. Las mujeres son vecinas de Barrio Parque, obviamente conocen el auto del chofer de Su, y no podían salir, evidentemente apuradas, mientras Marcelo compraba los dulces a la diva que aguardaba ansiosa en su mansión porteña para saciar su antojo nocturno.
Ante la demora en volver del chofer las mujeres empezaron a tocar bocina e insultar por lo bajo. Al regreso del chofer no solo no recibieron disculpas sino que el conductor les espetó una sonora frase al grito de "VIEJAS LOCAS!!!!". Las mujeres prometieron ir a contarle a Susana. Para entonces la diva disfrutaba de las delicias por encargo y el resto a llorar a la iglesia.
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