Sres. Papis lo hizo. No se desgastó en la presentación de los protagonistas sino que fue al grano con acción de situaciones precisas que funcionaron bien con un guion que pareció un relojito de esos que no suelen verse y un elenco que entendió el juego.
El acierto del debut corre por cuenta del modo en que estos modelos de padres están planteados, bien diferentes entre sí pero unidos por las relaciones que mantienen con sus hijos y entre ellos: está el galán –Nacho, un Joaquín Furriel sorprendente, muy divertido– que un día descubre que tiene un hijo de cinco y que aunque pueda suponerse un acercamiento próximo lo primero que muestra es rechazo; Favio “Chori” –Luciano Castro, pizzero–, que tiene tres chicos y en un momento estalla una crisis con su mujer de siempre (Gloria Carrá).
Está el siempre funcional Luciano Cáceres, que en el rol del viudo Franco, sobreprotector de dos niñas pequeñas, no ha podido rehacer su vida sentimental tras la muerte de su esposa, dos años atrás.
Y Mauro, con un hijo adolescente, de su ex, otro con su actual pareja y una crisis inesperada por un nuevo pequeño que podría venir en camino. El papel de Peto Menahem es el que reúne a todos los demás, por relaciones familiares o del jardín.
No hubo, en el primer episodio de Sres. Papis. Los galanes del jardín, un protagonista por encima del resto sino un gran equilibrio entre todas las historias, entre todas las tensiones, con momentos muy divertidos que prometen convertir a la tira en una opción liviana y especialmente de tono familiar a las noches televisivas. Habrá que ver si podrá retomar la senda de Graduados, pero sin dudas que tuvo un paso fundamental en el debut.
Los momentos de la noche: el refinado Nacho dándole de comer sushi a Johnny; el diálogo de Mauro con su pareja Rocío (Laura Novoa) y con su hija adolescente; la pelea de “Chori” con Carla (Carrá); la pelea de los papis en el jardín; la apertura con todos disfrazados de verduras, cantando una canción ridícula.
No hay comentarios:
Publicar un comentario