Minutos más tarde aparece Orozco, despojada de la ropa de su papel, muy femenina y llamativamente linda. Lejos quedó aquel personaje deBetty, la fea, que protagonizó en el ‘99 y que tan arraigado quedó en la memoria de los televidentes. “Las gafas son las que más traen el recuerdo de Betty, pero es pura coincidencia. Por otro lado, la similitud la veo como positiva. Si hay algún parecido puede tomarse como un homenaje a ese personaje tan lindo que hice (ver El juego ...). Pero Manuela no tiene nada que ver con Betty”, indica.
Mientras tanto, pese a tener muchos años en la profesión, confiesa que le cuesta un poco sacarse fotos y por eso intenta relajarse ante la cámara, debajo del rayo del sol. Entra rápidamente en calor y comenta que en su Bogotá natal “el clima nunca es tan caluroso como todos piensan”.
Siempre aferrada a su calidez, habla de los desafíos que le presenta Somos familia: “Hablo con otro acento y es la primera vez que protagonizo una ficción en el país. Después de Betty... hice varias cosas, pero esporádicas. Estuve en el unitario Mi problema con mujeres, con Mariano (Martínez), realicé una participación en Los únicos, un capítulo de Mujeres asesinas y algunas otras cosas. También, hice participaciones esporádicas para Colombia.
¿Por qué te inclinaste por los trabajos esporádicos?
Porque me dediqué a la maternidad. Tengo dos nenas, la más chiquita recién cumplió cuatro años. Estuve muy enfocada en la crianza de las niñas. Es difícil combinar esos horarios con los de una grabación.
¿Ahora lo lograste?
¡No! Es un gran desafío, como para todas las mujeres. Yo tengo jornadas de doce horas de trabajo y se hace difícil, pero se puede arreglar.
Orozco llegó al país hace poco más de diez años, junto a su ex pareja, el músico Martín Quaglia, con quien contrajo matrimonio (en segundas nupcias) en 2005; ya había estado casada con el actor colombiano Julián Arengo. Con Martín, Ana María fue mamá de Lucrecia, en el 2004, y de Mía, en el 2010. Y dos años más tarde, anunció su separación de Martín. Y, sin buscarlo, volvió a encontrar el amor el año pasado en su regreso al trabajo. Mientras grababa la tira, se enamoró de su compañero Maxi Ghione, con quien asegura tener una relación “como las de antes” (ver Estamos...).
¿Por qué decidiste volver a trabajar en una ficción diaria?
Porque mis hijas ya están un poquito más grandes y me volvieron las ganas de actuar. Quería retomar. Empezar de vuelta es lindo, porque me siento nueva, fresca, con ganas, con nervios. Como en el principio.
Después de tanto tiempo, ¿tuviste algún miedo particular al pisar el set?
No, creo que tuve los normales. Se pierde un poco en training pero después se vuelve a agarrar el ritmo. La tira te da mucho oficio. Valoro mucho el trabajo del día a día, porque te da inmediatez y te ayuda un montón, como que no te deja pensar. Hay que hacer, meterse y despegar. Pero empezar cuesta: los primeros capítulos son difíciles, hay que meterle mucho mientras agarrás bien al personaje.
¿Te importa mucho lo que diga la gente sobre tu trabajo?
Yo me concentro en lo que tengo que hacer. No me cargo en si va a gustar o no el personaje. ¡Ojalá que sí!. Pero este trabajo es muy impredecible. Uno tiene que hacer lo mejor que puede con toda la honestidad y con todo el corazón. Me siento en muy buenas manos.
Bermúdez también está volviendo a la actuación con esta novela. ¿Cómo fue el encuentro de dos protagonistas que retoman la actuación después de un tiempo?
A Gustavo yo no lo conocía y, cuando llegué a vivir a la Argentina, él no estaba en la tele. Pero me contaron de sus trabajos y descubrí que la gente lo quiere mucho, lo respeta. Además, es un compañero increíble, es un placer trabajar con él, es lindo haber coincidido en que los dos estemos regresando a trabajar después de mucho tiempo con esta novela, eso está bueno.
¿Qué tiene de vos tu personaje? Bueno, tus dos personajes...
Yo creo que Manuela tiene mis ganas de hacer las cosas. Tiene mucha voluntad. Este fue un personaje que me sensibilizó mucho. Es una chica a la que le quitaron a su hija cuando era muy chica, sufrió mucho, era una carga muy fuerte que le impidió ser feliz y encontrar un amor. Es una buena profesional, pudo estudiar y en la parte afectiva tuvo un vacío y mucho dolor. Y, después, ante la necesidad de acercarse a esa hija, decide darle vida a Ramona, una empleada doméstica que genera situaciones un poco divertidas. Con ella comienza a aparecer algo de comedia, otro registro en la misma historia.
¿Tenés ganas de quedarte a vivir para siempre en el país?
La Argentina es mi lugar, yo vivo acá con mis hijas hace muchos años. Este país siempre me llamó mucho la atención... todo lo que pasaba acá: el rock en español, la literatura, la movida diaria. De Buenos Aires me encanta la riqueza cultural, porque siempre hay tantas cosas para ver y hacer. La mentalidad del argentino me gusta, porque es muy abierta. Es gente curiosa. Me parece muy estimulante y me hace muy feliz que mis hijas puedan crecer acá. Además, ahora aquí encontré también el amor.
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