Mamá de Irene. Se separó cuando Irene tenía un año y medio de edad. Al principio, su ex visitaba a su hija esporádicamente, pero luego, dejó de hacerlo y nunca más se supo de él. En ese momento, Beatriz no lo buscó ni le reclamó nada. Su discurso era que si él no quería hacerse cargo de su hija, ni ella ni la justicia podían obligarlo. Entonces, redobló sus esfuerzos, se cargó el asunto al hombro, y sola, educó crió y su única hija.
Esa fue y sigue siendo su bandera. Siempre hizo alarde de ser madre sola y poder con todo. Se enaltece y victimiza a la vez, aunque suene contradictorio.
Dio mucho, tal vez más de lo que podía, y siente que la vida la debe compensar por ello. O mejor dicho su hija.
Nunca volvió a formar pareja. Y según ella, no lo hizo, justamente para ocuparse de su hija. Cuando, Irene comenzó a ser solvente, sintió que era su hora de descansar, renunció a su trabajo de profesora de Inglés, ocultando que en verdad le llegó la hora de la jubilación. Era algo demasiado denigrante y falto de clase para ella, así que eligió la soberbia de la renuncia, un invento más a la medida de sus aspiraciones. Ya sin ocupación, se dejó mantener por su hija. Así vive desde hace 17 años, a expensas de Irene, a pesar de ser ella una mujer joven y ágil todavía. Y de sus épocas de profesora de inglés solo conserva la necesidad de decir algunas frases en ese idioma para darse aires de mundo.
Beatriz es una madre absorbente, y educó a Irene con la sensación de que le debe mucho.
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