Tienen en común ser los hijos de, y también el haber salido a buscar un nombre propio en el mundo del espectáculo. Su historia es la de miles que lo hicieron antes que ellos y la que seguirá siendo replicada por los miles que vengan delante. Pero aquí y ahora, los suyos son los rostros nuevos que se abren paso en la pantalla y la escena para mostrar lo que heredaron -o lo que quieren mostrar de nuevo- junto con sus apellidos.
En las vidrieras mundiales, algunos de los emergentes recientes de la generación de recambio han sido Mammie y Grace Gummer, hijas de Meryl Streep; Patrick Schwarzenegger; Dakota Johnson, hija de Melanie Griffith y Don Johnson; Indio Falconer Downey, hijo de Robert Downey Jr; Rumer Willis, nacida de Demi Moore y Bruce; Ireland Baldwin, que arrancó como modelo pero no descarta incursionar en la pantalla; Jaden Smith, que despegó siendo niño junto a su padre Will con En busca de la felicidad y volvió a hacerlo en Después de la Tierra, mientras la lista de casos sigue, larga y sorprendente.
En la mayoría de los casos, el renombre de los padres funciona como plataforma de lanzamiento privilegiada para ingresar más rápido en las primeras planas, pero también como un factor de presión y exigencia que a varios les puede pesar más de lo que los ayuda. Las comparaciones serán, además, inevitables y tomar distancia, una tarea a la que deberán dedicarse con esmero para que el camino comience siendo lo más propio posible.
En la pantalla local, algunos de los nuevos rostros de la ficción de horario central aparecen con esta carta de presentación, y los saltos a sus carreras tienen en sus casos la red del cariño del público ganado por sus padres. Oriana Sabatini (16) y Nicolás Francella (22), ambos actores en Aliados, la flamante de Cris Morena, dan testimonio sobre cómo es eso de hacer huella en caminos heredados.
Nicolás Francella
Desde hace pocas semanas, el hijo de Guillermo Francella es protagonista en Aliados, el programa en el que interpreta a Matías Arce y a Inti, un ser de luz que encarna en humano por primera vez. Mientras, espera el estreno de Corazón de León, el 15 de agosto, película en la que actúa junto a su papá, con dirección de Marcos Carnevale. "Estoy muy contento, es un año en que se dio todo de golpe. Disfruto cada día, es una etapa de aprendizaje, trato de estar tranquilo y no darme mucha manija", dice, y agrega que todavía no se da mucha cuenta de la fama pero que se la imagina linda.
-¿Te sentís heredero de lo que hizo tu papá y el lugar que ocupa en el cariño de la gente?-Ser su hijo lo veo como un detalle, trato de hacer mis primeros pasos en la actuación de a poquito, dando lo propio mío, si encuentran alguna cosa parecida lo van a ver, algún gesto, maneras de hablar o cositas de actuación. Obviamente, consejos le pido, si tengo alguna duda con una escena o en la manera de encarar algo le pregunto, es una de las personas más fundamentales para mí y en la que más confío y creo.
-¿Qué consejos te dio?-Primero, en la decisión de dar el sí, todo lo charlé con él. Soy una persona que me exijo bastante, soy obsesivo con cada cosa que encaro y me dijo que escuche y que aprenda, es una etapa para eso. Me dijo que lo disfrute, que de a poco se van a ir dando las cosas, es una carrera linda y la puedo aprovechar. Es una carrera que lo hizo muy feliz, que lo sigue haciendo feliz y me desea eso. Es lo que yo quiero también, tener las mismas felicidades y alegrías que tuvo él.
-¿Te imaginabas esta carrera en tu vida?-Siempre estuve muy vinculado con el arte, el cine, teatro, tele. Fue algo que fue surgiendo de a poco. Arranqué estudiando publicidad, hice pasantías en agencias, laburos en producción, me daba vueltas la actuación pero no tenía experiencia y tampoco el impulso para romper el hielo. Fui probando, me animé y me di cuenta de que podía dedicarme el resto de mi vida. Cada vez se hace más sólida la respuesta a esa pregunta que tenía. Estoy aprendiendo mucho y quiero aprender mucho más.
Oriana Sabatini
Con apenas 17 años, la mayor de las hijas de Catherine Fulop y Osvaldo Sabatini, sobrina de Gaby y cantante natural desde que tiene memoria, decidió dejar el colegio al que había asistido toda la vida y terminar el último año del secundario por Internet para hacerse cargo de un protagónico en Aliados, en la que interpreta a Azul, una diva del pop adolescente.
-¿Cómo influyó la fama de tus padres en tu llegada a la actuación?-En este casting no tuvieron nada que ver, ni siquiera me enteré por ellos. Desde que nací supe que quería dedicarme a esto. Nací cantando. No creo que ellos me hayan influenciado. Obvio que me apoyaron en lo de dejar el colegio y meterme en una serie así de extensa. Era una oportunidad de una vez en la vida y no podía ni quería decirle que no. Mis papás siempre me dieron un apoyo, son una inspiración por la perseverancia que tuvieron en todo.
-¿Te sentís un poco heredera de tu mamá?-No, porque ella tuvo una carrera muy distinta. Ella empezó de chiquita, pero era más telenovela. Heredé que me guste hacer esto, pero es completamente distinto.
-¿El apellido pesa o ayuda?-Para la gente, el tener el apellido de alguien, hace que te consideren de alguna manera exclusiva. Quizá esté bueno porque me puedo enterar de castings que no sean tan abiertos, pero en la mayor parte de las cosas que se hacen en Argentina, si no sos bueno no entrás. Es un disparador para seguir mejorando.
-¿Te produce alguna presión?-A veces tengo esos ataques de pensar y sentir esa presión, porque no es solamente Catherine Fulop, sino toda una familia conocida por ser gimnastas o actores, "esta chica tiene que ser buena". Pero por otro lado no me importa, hago lo que me gusta y no le doy demasiada importancia a lo que la gente piense.
-¿Cómo te llevabas de chica con la fama de tus padres?-Cuando era muy chiquita odiaba con todo mi ser que mi mamá tuviera gente que la seguía todo el tiempo, ir a caminar a un lugar y que la estuvieran saludando cada dos segundos. Pero después aprendés a llevarlo. Es una forma distinta de vivir, que la gente te mire. Ahora me acostumbré y me parece divertido, pero al principio lo detestaba. Soy una persona muy anti social, me cuesta ya el hecho de saludar a las personas, nunca sé dónde mirar, si me piden una foto me muero.
Nuevas formas crecen
Entre los nuevos herederos del oficio de actuar, algunos de los que están a la vista en este momento son Juan Grandinetti, hijo de Darío, que llega este fin de semana a la ciudad con Toc Toc, la obra del francés Laurent Baffie, que estará en la Ciudad de las Artes con dirección de Lía Jelín.
Por su parte, el Chino Darín (24) se despliega en Farsantes como hijo de Julio Chávez y de Ingrid Pellicori, un rol central que lo ubica en posición privilegiada para lucirse en toda la magnitud de su apellido y aprender de maestros en acción. "Para mí es un placer y un orgullo formar parte de este proyecto con actores tan importantes. Estoy aprendiendo mucho y estoy súper agradecido a Pol-ka por convocarme", dijo hace poco en una entrevista para Ciudad.com. Y agregó que su llegada a la profesión fue, de alguna manera, inevitable. "Cuando era chiquito me crié dentro de ese ambiente y no hay manera que los chicos no se vean atravesados por lo que hacen sus familiares directos".
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