Nada de lo que haga, de lo que diga o de lo que usa resulta indiferente. Todo en ella es objeto de observación, de análisis, de crítica o de admiración. Sus frases, sus amores, sus desamores, sus cambios corporales y sobre todo su vestuario completo: zapatos, carteras, prendas y accesorios.
En esta acotada temporada esteña, el equipo que Susana Giménez estrenó en la fiesta que una entidad bancaria realizó en José Ignacio marcó el verano 2013. Una combinación de texturas que pertenecía a la colección de Roberto Cavalli sólo podía ser llevada –y “defendida”– por alguien como ella, quien con su personalidad excede al conjunto formado por pantalón de flores multicolores, con musculosa semitransparente negra bajo una chaqueta de cuero metalizado dorado y bordado, cinturón también en metal, sobre de pailletes violeta y gran anillo en forma de vaquita de San Antonio. Pero así como los zapatos son una de sus debilidades, los relojes ocupan un espacio que rivaliza con ellos en su universo fashion. Como muchas mujeres que marcan tendencia en la moda mundial, Susana es de las que tienen una mirada “sexista” a la hora de elegir uno. Para ella no hay modelos para hombres y para mujeres. Son piezas de colección que atesora siguiendo el único sentido válido y genuino cuando ingresa a una joyería o mira un catálogo: el gusto personal.
En Punta del Este, a Susana se la vio con tres modelos diferentes. En la recital que Mercedes-Benz realizó en Laguna Escondida combinó un equipo de pantalón negro y camisa bicolor con un gran reloj de piedras multicolores que compró hace dos años en un negocio de haute bijoux del hotel Ritz de París. En los días posteriores lució dos diseños de tamaños igualmente considerables: en el partido de tenis que jugaron, entre otros, Mariano Zavaleta y Gastón Gaudio en Las Cárcavas, el Nordelta de los Costantini en Uruguay, lució un Rolex en oro y cerámica. Luego fue al Conrad a ver el show de Daddy Brieva y allí exhibió un Rolex de edición limitada.
El único accesorio del que no se desprende es una serpiente –o “bicha”, como ella la llama– de Bulgari. En la mitología griega, este reptil simboliza el poder de las fuerzas telúricas; en la egipcia, la cobra –como la que usa Susana– es un símbolo de resurrección, y es el animal protector de los faraones, venerado por su carácter benéfico; en China es el enigma del zodíaco, con una capacidad intuitiva muy elevada.
Sea cual fuere la mitología elegida por Su, el leitmotiv de Bulgari para sus serpenti también le cabe a ella: son el símbolo de la eterna juventud y la inmortalidad.
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