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22 ago 2014

Marcelo Mazzarello: "Mi personaje en Viudas es muy de la sunga, me gusta cruzar el límite de lo grotesco"


Su perfil bajo y su actitud de tipo normal, que camina por el barrio y lleva una vida lejos de los flashes, no impidieron que Marcelo Mazzarello (49) se destaque en cada trabajo artístico que realiza.

Tanto en cine, como en televisión y teatro, el actor deja su huella con sus papeles -principalmente de humor- que se han convertido en adorables creaciones. El inolvidable Coco de Naranja y media,Rocky de Muñeca Brava o Miguel de Sos mi vida, son sólo algunos ejemplos.

Pero Marcelo Mazzarello es mucho más que un personaje de telecomedia. Galán, protagonista de unipersonales en teatro, fanático del surf y hombre sincero, actualmente se luce en Viudas e hijos del rock and roll con El Polaco, un desprejuiciado que anda todo el día en sunga y es la pareja de Titi(Georgina Barbarossa).

En diálogo con Ciudad.com abrió su corazón y compartió más de su vida, su trabajo y sus pasiones.

- ¿Cómo estás viviendo Viudas?

- Está bárbaro el programa, nos divertimos mucho haciéndolo. Está el mundo de los ricos y el de la otra familia. A mí me toca ese mundito y es muy cómodo trabajar con ellos porque son todos amigos de la vida:Damián de Santo, Fernán Mirás, con quien venimos trabajando hace mucho en teatro y nos hicimos amigos. A Georgina también la había conocido, al igual que a Griselda (Siciliani), que es nuestro tercer proyecto conjunto.

- ¿Qué te parece tu personaje?

- Me divierte, es muy de la sunga, horroriza. Me gusta ese borde, cruzar el límite de lo grotesco y, por lo que voy viendo, funcionó muy bien con el público. La historia es muy atractiva, todos los invitados especiales, como Lalo Mir y los personajes del rock, la hacen vistosa y llena de novedades.

- Te imagino caminando por el barrio y recibiendo las devoluciones del público, ¿es así?

- Camino bastante por la calle y las repercusiones son muy buenas. Además, me crucé con amigos que me siguen saludando a pesar de la sunga (risas), me siguen bancando. La devolución en la calle trabajando en televisión es automática, todos te hacen algún comentario. En las redes sociales estalla también y a través de mi cuenta de Twitter (@mazzamazzarello), también me llegan muchos mensajes.

- ¿Cómo ves la evolución de las ficciones en la TV desde Naranja y media hasta Viudas?

- Naranja y media fue como uno de los últimos programas en hacer esa forma de TV, la típica telecomedia. Algo se ganó. Pol-ka tuvo mucho que ver, Underground también. Hubo un gran crecimiento en lo técnico, mucha gente empezó a estudiar cine y apareció mano de obra formada que se aplicó en la TV, en la imagen. Underground yPol-ka, con sus unitarios sobre todo, buscan dentro de este modelo contenidos atractivos. Naranja y media, a pesar de no pertenecer a este modelo, tenía la locura que permitía hacer algo que estaba a un día del aire. Ese vértigo y ese riesgo está bueno, es como la TV en vivo, genera algo que, si bien es más desprolijo, es más vital. Demasiada seguridad tampoco es buena.

- Dejame hacer un punto y seguido en esa frase que parece ser como una máxima en tu vida: "Demasiada seguridad tampoco es buena".

- Sí. El tema de hacer algo cuidado y seguro es un poco un mal de la época. Yo prefiero seguir tomando riesgos, la vida en sí misma tiene riesgos, no quiere decir que hay que matarse cada cinco minutos. Eso le da valor, a la palabra le da valor el silencio. A la vida le da valor perderla. Que se entienda bien. Siempre está en juego, por eso es importante vivir las cosas a fondo, no escondiéndose. Durante mi adolescencia, por ejemplo, viví un momento en el que pasaba algo y decías "fui yo" y te hacías cargo. Ahora es más "fue él", eso de acusar al de al lado.

- Se perdió cierta solidaridad colectiva, cierto compañerismo...

- Exacto. Llevándolo a un caso concreto, pienso que con la tragedia de Cromañón pasó eso. Todos decían "fue él" en vez de hacerse cago y decir "yo estuve ahí, fui responsable de lo que pasó". Si alguien decía "pase lo que pase me hago cargo", todo hubiese sido distinto.

- ¿Y cómo hiciste con tu gran timidez -casi patológica como has contado- para hacerte cargo de las cosas y levantar la voz?

- El escenario me hizo salir de la timidez. Cuando sos actor salís directamente a la exposición. Es una forma de curarse de espanto. La timidez es muy dañina, no te permitís vos mismo hacer cosas que a veces es más tremendo que si te las prohibe otro. Te asesinás cualquier posibilidad de expresión, es muy cruel. La timidez es peor de lo que uno cree para el que la sufre. Si le das bola a todas tus fobias, no salís más. Me ayudó mucho el escenario, la exposición, la TV.

- Además de actor, fuiste profesor de taekwondo, instructor de manejo y despachante de aduana, pero lo más llamativo es tu experiencia como asistente de fotografía para la revista Playboy. Por favor, ¡contame más de eso!

- Fue genial, tenía 20 años. Mi hermana trabajaba como productora de moda y yo estaba sin laburo, había pasado por todos esos rebusques que nombraste y de repente apareció un puesto en el estudio de fotografía, que tenía un movimiento constante y necesitaba alguien que ponga luces, arregle cables. Así que fui asistente para la revista Libre, que en ese momento hacía grandes destapes, y para Playboy, que tenía producciones más top. Fui testigo del destape deLía Crucet, por ejemplo, y de la primera tapa de Playboy de Susana Giménez. También vi ahí a la Coca Sarli, Mónica Guido... ¡Fue genial!

- Hablando de mujeres, ¿cómo es tu situación sentimental actual?

- Estoy en pareja con Florencia hace dos años. Ella es bailarina de tango y yo amo el tango, la conocí bailando de hecho y ella tiene una escuela de tango que se llama Besos brujos, en Riombamba y Corrientes. La música nos unió.

- Leí en otras entrevistas que estás muy convencido de que no querés tener hijos, ¿seguís pensando eso?

-¡Para tener un hijo hay que ser millonario! (risas) Hablando en serio, más allá de quererlos, cosa que no dudo que haría, no está en mi deseo ni en mi necesidad. Hay que tener ese sentimiento y la verdad es que yo no lo tengo. Tal vez soy un poco infantil y no quiero competir con un niño, ja, ja.

- ¿Te miran raro cuando contás que no querés tener hijos?

- Sí, me miran raro, pero me acostumbré porque siempre fui raro. Es cierto que hay presiones sociales con el tema de los hijos, pero también veo que hay mujeres que toman esa decisión y es más fuerte. Creo que ellas tienen más presión social. Al hombre lo miran como un inmaduro, pero a una mujer como solterona. Pienso que hay que ser respetuoso con el que no tiene ese sentimiento. Salí con una maestra jardinera de escuela pública y muchas veces los jardines son depósitos de chicos, entonces pienso que tener un hijo es una responsabilidad grande. Estoy seguro que sería buen padre y sería presente, pero hasta que no me ocurra y lo desee, no lo voy a hacer.

- Algo que sí hacés y cada vez más a menudo es surfear. ¿Cómo nació tu pasión?

- Me hice muy fanático hace cuatro años y hasta me hice una casa en la costa para ir y surfear. Quiero empezar a pasar el mayor tiempo posible ahí. Es todo un estilo de vida. Me hice fanático de las páginas del clima y las olas, soy imbancable. Sólo me importan las olas, las mareas, pobre Florencia que me tiene que bancar.

- ¿En el verano te vas para allá?

- Termino la tira en diciembre y me voy con mi espectáculo Mazzarello no chilla (debuta en septiembre en el teatro Picadero de Buenos Aires) a las olas. Es un unipersonal que se pasea del prócer al economista, de Discepolín al psicoanalista, del Rey Inca a un Hamlet en guaraní. Generé el proyecto del unipersonal y también escribí una obra y voy a ver si la hago película. Me estoy metiendo a generar. Se abrió un poco el juego y mucha gente empezó a hacerlo. Está bueno porque aporta nuevas miradas, personajes, jugadores. Sino, todo tiende a monopolizarse y repetirse.

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