El diálogo siguiente fue impecable. Las interpretaciones de Larriera y Carrá, estupendas.
—Te quiero preguntar algo, pero no sé si quiero saber la respuesta— se sinceró Luca.
— ¿Qué respuesta te dejaría tranquilo?— indagó Carla, a sabiendas de la contestación que le daría su hijo.
—Un no—admitió Luca.
—Tenés que saber que si uno se anima a preguntar algo, tiene que bancarse la respuesta que sea— lo previno ella, decidida a patear la farsa de que tiene una amiga con la que sale a correr por las mañanas. Luca pisó el acelerador a fondo:
—Má, ¿sos gay?
Al chico le bastó ver la expresión de su madre para sentir que el mundo acababa de abrirse en dos bajo sus pies. Pataleó su desconcierto en el aire, aterrado por lo que vislumbró en el horizonte de su biografía antes siquiera de que Carla le pidiera comprensión.
—Se ve que la respuesta que yo quería no es —dijo, y se desesperó—. ¡Yo quería un no!—gritó—. Ahora va a ser todo distinto. ¡Ahora voy a tener que empezar a entender cosas que no quiero entender!
Luca no tuvo fuerzas para seguir hablando. O más precisamente, escuchando. Se levantó y huyó de la cocina. Carla se aferró al celular, igual que un náufrago a la tabla:
—Hola, Andrea.
En la brevedad de una escena "Sres Papis" narró ayer un mundo de sentimientos. Lo que más me gustó fue el sentido de las proporciones: los personajes se dijeron lo que tenían que decirse sin que sobrara una palabra; Carrá y Larriera conmovieron sin golpes bajos. Puesta a abordar un tópico complejo, la tira lo hizo del modo menos pretencioso y más verosímil que se pudiera imaginar.
No sé ustedes, pero yo agradecí que el personaje de Luca, un adolescente del siglo XXI, se adelantara a decirle a su madre que ahora tendrá que empezar a entender aquello que no quiere entender. No hizo falta que ella le largara un speech políticamente correcto acerca del respeto a la libertad ajena, a la necesidad de aceptar al otro tal cual es. Luca ya sabe que deberá entender. Pero sabe también que no es fácil, que no quiere, que hubiera preferido no estar en ese trance.
Un hijo frente a la elección homosexual de su madre: un asunto espinoso. "Sres. Papis" eligió abordarlo y supo resolverlo como es ley en las buenas ficciones: sin caer en la tentación de la psicología de bolsillo o la sociología exprés; limitándose a mostrar cómo lo viven Luca y Carla, los personajes de esa historia y sólo de esa historia. Fue una escena de lujo.
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