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24 feb 2014

Crítica a la "La Celebración"


Anoche se estrenó el ciclo de unitarios de Underground, "La celebración" que semana a semana tendrá como marco de su trama un festejo. La producción y actuaciones fueron notables, Gastón Sofritti (gran talento y potencial figura dentro de la interpretación) personificó al hijo de una pareja gay que antes de cumplir los 18 años desea ir al encuentro de su madre biológica.

Martín Seefeld y Antonio Birabent son sus padres, la pareja que acompañan el crecimiento de este hijo con el mayor compromiso y toman el anuncio de diferente manera: uno se enoja con esa necesidad y el otro en silencio le da información para que logre su objetivo.

El muchacho se encontrará primero con el convencional rechazo de quien durante 18 años no se ocupó de el, buscará el acercamiento con un hijo de quien supone su madre y luego la aceptación de ella justo el día de su cumpleaños (final feliz y redondito).

Sólo para tener en cuenta de un ciclo que es prometedor por su factura y actuaciones: algunos "clichés" de temas ya evolucionados en nuestra comunidad vuelven a repetirse como melodrama de costumbres sociales que en muchos casos se modificaron. A saber: la pareja gay con una casa "impecable y con decoración estratégica", las madrinas lesbianas que le regalan la "torta" de cumple y se ríen de ello, la incompletud de un muchacho pleno en su existencia que pese a saber desde hace tiempo su realidad biológica sale impulsado a buscar vínculo con quien lo dio a luz.

Tal vez, aún, sea la realidad de muchas personas, sin embargo resultaría revolucionario que alguna ficción aborde en su guión historias superadoras de este tipo de coyunturas: padres gays no esterotipados (ni en clases socio-económicamente acomodadas, ni en las más humildes muchas veces ridiculizados); hijos adoptivos (como los hay y muchos) realizados en sus vínculos familiares, con permanente diálogo y sin deseos forzados de salir a la búsqueda de orígenes biológicos entendiendo que la ley del amor es más fuerte que la de la sangre; que las lesbianas no sean exacerbadas en su personalidad, ni elijan la soledad ni la masculinización, ni se rían de la palabra "torta" (palabra estigmatizante de la cultura heteronormativa para definir a una mujer que no viva en función de dar placer solamente a un hombre).

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