“Pablo Culell (director de Contenidos y Producción de Underground desde 2006 y mano derecha de Sebastián Ortega) anda a full. Está saliendo al aire la última creación de la productora, Vecinos en guerra, y se intensifica la lucha por el favor del público en horario prime time. A los 44 años tiene en su currículum un tendal de títulos que lograron dar vuelo no sólo a la imaginación del espectador sino a la “caja boba”, sofocada muchas veces por tanta tilinguería.
–¿Siempre está a mil?
–Es mi trabajo. Estamos con la adrenalina del programa que nace, sin saber qué puede pasar, y más después de un éxito como Graduados. Es una herencia pesada, en el mejor sentido.
–¿Desde entonces cambiaron muchas cosas para usted?
–Después de tantos años trabajando, incluso con Tinelli, me movilizó que mi nombre y mi cara empezaran a ser conocidos. Fue gratificante porque pude vivirlo desde un lugar menos apabullante que el cholulismo: el amor que generó Graduados hará que quede en la memoria, como esos programas de TV o películas que cuando uno es chico dejan marca.
–¿Pensaron en el después?
–Nos preguntamos si jugarnos por algo parecido pero diferente o totalmente distinto, y coincidimos en que debía ser otra cosa porque es nuestra identidad de marca, y creo que el público nos agradece esa diversidad. La gente es conservadora: siempre te dice que quiere algo distinto, pero en el fondo elige lo mismo. Es cuestión de tiempo, después dirán “qué bueno que se arriesgaron y no nos dieron milanesas con papas fritas, y pudimos probar otra comida”. Eso es lo importante: hacemos lo que nos gusta y nos importa sentirnos orgullosos de lo realizado.
–¿Cuál cree que es la impronta distintiva de los productos Underground?
–Tienen una narrativa visual y argumental que no es habitual en la TV argentina, en cuanto a la tira diaria. Se asemeja más al unitario semanal o a la serie americana por el ritmo, la coralidad de las tramas sin centrarse en una primera figura, la forma de narrar los sucesos.
–¿La libertad creativa tiene que ver con los laureles que supieron conseguir?
–Nunca fuimos cautivos de un canal o de un negocio concreto, por ser una productora independiente. Trabajamos mucho con Telefé, pero sin un contrato de exclusividad para toda la vida. Dependemos de nosotros y de Alejandro Corniola, el socio comercial junto a Endemol. Yo no soy socio, pero sí mano derecha en todo lo que es contenido.
–¿Cómo se vinculó con Sebastián Ortega?
–Hace 12 años, cuando trabajaba en Canal 13 y tenía a cargo el Departamento de Nuevos Proyectos. Empecé como asistente y llegué a productor general; me ocupaba de los casting de nuevas figuras, y había trabajado con su hermana Julieta. Sebastián recién llegaba de Miami y quería producir. Estaba buscando gente, y le caí bien. Era el momento en que la interna del canal pasaba a manos de Pol-ka. Todos “los viejos” del 13, lo digo así porque era muy chico, estaban siendo relegados. Como no veía crecimiento personal decidí tirarme de cabeza. Tenía 30 años, y siempre fui arriesgado, guiado por la intuición. No quería anquilosarme, y jugarme por una empresa nueva era maravilloso. Justo vino la crisis de 2001 y se retrasó la primera producción, El hacker. Hicimos el piloto, y me fui al canal América como asesor de la Gerencia de Programación. Después pasé a Endemol, en mi primera experiencia como guionista en un reality show, junto a Juan Castro. Por suerte nunca me faltó el trabajo: en el medio realicé una película para la tele pública, La cautiva, con Adrián Caetano, quien después hizo Tumberos. Ahí me llama Sebastián para contarme que Tinelli le acababa de ofrecer la Gerencia Artística de Ideas del Sur. Quería que yo fuera su mano derecha, y acepté sin dudar.
–¿No hubo nunca disidencias?
–Sí, pero no. Nos hicimos muy amigos y soy muy leal con quien trabajo. Cuando él decide irse de Ideas del Sur porque Tinelli vende una parte de la productora a canal 13, donde el monopolio de ficciones lo tenía Pol-ka, no nos quedaba nada por hacer. Al principio él no sabía muy bien qué iba a plasmar, y Marcelo me ofrece a mí el puesto. Le dije que primero iba a ver qué haría Sebastián porque él me había convocado. Fue raro para Tinelli: teníamos una excelente relación y siempre fue muy cordial.
–Una figura controversial.
–Me cuesta hablar de él porque le tuve mucho cariño, y todo lo que pasó fue muy complejo. Trato de ser prudente con lo que digo: no fui su amigo, pero tuvimos un vínculo muy estrecho, y me sorprendió lo que sucedió.
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