-¿Cómo les llega personalmente esta nueva temporada de Gracias por venir, gracias por estar?
JP: Con mucha confianza. Tenemos más afinidad y por supuesto un segundo año te da más experiencia para acumular. Somos una pareja que nos complementamos, venimos de dos mundos distintos: hombre y mujer, dos carreras diferentes. Pero trabajamos muy bien juntos y yo aprendo mucho al lado de él, es un gran entrevistador y yo aspiro a serlo algún día.
GR: Ella me salva un millón de veces. A veces yo me pongo en el rol de productor cuando estoy en cámara y se que ella lleva el programa.
En cuestiones específicas el desafío de este año es poder meter muchos momentos, por encima del tributo, que me encantan. Hay muchas secciones que sólo se pueden hacer porque está Julieta, como abrir un freezer y que salga la música de una banda de los noventa. Eso es divertido porque a ella le es afín o porque tiene una picardía diferente a la mía.-¿Cómo sienten que es la química entre ustedes en vivo?
JP: Yo lo miro y con sólo verlo se qué le molesta al aire , si está contento o no. Ya lo leo.
GR: Somos como un matrimonio de veinte años. Hacer un programa y conducirlo además, es muy complicado.
Por ejemplo, el primer día que salí de Tres poderes Maximiliano Montenegro literalmente casi me pega. Él lo va a desmentir y yo le banqué la apuesta, porque si no te conocés es un problema. Le dije "me estás confundiendo con otro, pero si querés nos peleamos". Y quedó ahí. El tiempo hizo que durante dos años tuviéramos una química divina y hoy es uno de mis grandes amigos. Hoy no pasa un mes que no como con Maxi, pero al principio no se reía de mis chistes. Por eso creo que la co conducción es algo complicado.
Los problemas surgen cuando un programa no tiene producción. De lo nuestro sólo sale al aire la tercera parte de lo que producimos.-¿Creen que la televisión tomó un espíritu nostálgico el último tiempo?
JP: Yo lo vivo con Poné a Francella. Me dio una gran oportunidad en su momento, no había hecho antes ni televisión, teatro, o nada que tenga que ver con las cámaras. Era mi primera experiencia y fui nominada como revelación a los Martín Fierro. Me dio mucha repercusión, oportunidades de trabajo, incluso afuera. Yo llegué a tener un programa de humor en Perú, en Cuba solamente se pasaban Dibu y Poné a Francella.
Lo de mi personaje fue tan naif, comparado con otras cosas que se ven. Que hoy lo estén repitiendo 15 años después y que lo pueda ver gente que nunca vio a "La nena" es increíble. -¿Cómo toman la competencia por el rating?
JP: Uno intenta hacer el mejor programa posible, que la gente lo disfrute junto a nosotros y después es anecdótico si ganás o no el día.
GR: A mi me importa un montón. El número hace que uno pueda corregir el programa, pero la experiencia nos dice que la mitad de las cosas que creímos que no iban a funcionar tuvieron un rating extraordinariamente bien. Otras que parecían seguras no lo fueron tanto.
Este es un programa que no lo podés hacer si no sentís que lo estás haciendo desde lo que creés. El eje del programa es que nosotros nos sentamos porque algo debe ser recordado . Se juega con el corazón de la gente.
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