Segundo Cernadas ya no es más Segundo. Ahora quiere reconocerse, como lo hizo toda su vida, simplemente como Pedro. No es que el actor de Dulce amor (21.30, Telefe) esté buscando volver al anonimato, sino que, según sus propias palabras: “Quise volver a mi nombre original”, explica el galán de Muñeca brava.
El apodo “Segundo” se debió a su fanatismo por el protagonista de la primera novela que leyó: Don Segundo Sombra , del argentino Ricardo Güiraldes, en sus primeros años en Viedma, Río Negro, el pueblo que lo vio nacer. Después de usarlo durante años, se cansó y decidió “Hacer un cambio. Nombre nuevo, vida nueva”.
Cernadas ha actuado en más de veinte novelas argentinas -entre ellas, Ricos y famosos, Los buscas de siempre, Amor en custodia-, sin embargo, en el único país que no le han dado un papel protagónico es en el nuestro. Si bien lo logró en Perú, México, Colombia y Miami (ver Su carrera...) , aun así, decidió volver. Y fueron varios los motivos: la forma en la que se trabaja afuera, la separación de su mujer y el amor por su país, entre otros. Hoy disfruta, después de 13 meses de estar en aire, del éxito indiscutible de Dulce amor, y de una vida más estable.
¿Porqué te fuiste a trabajar al exterior?
Tenía ganas de viajar y vivir una experiencia distinta. Sentirme en otro país como un local. Encontré que enseguida te prejuzgan como argentino, cosa que significa una cruz pesada en América latina. Nos ven como tipos que no piden permiso para nada, pero, con el tiempo, logré ganarme el cariño de la gente.
¿Qué diferencias encontraste con Argentina?
En algunos casos me costó el tema del lenguaje neutro. En México y en Perú tuve más libertades, pero en Miami la rigidez del idioma limitaba mi forma de actuar. No les importa la calidad de tu actuación, sino que se entienda el neutro y nada más.
¿Qué es lo que más disfrutás del personaje de Pedro Amador en “Dulce amor”?
Apenas me lo ofreció Quique Estevanez (Enrique, el productor), ya me gustó el personaje. Es más, es de los personajes que más he disfrutado hacer. No era el típico malo de una novela rosa, sino que mostraba rasgos de bondad y debilidad (que cada vez se le notan más). Aparte, me encantaba el equipo así que, por suerte, terminé diciendo que sí.
¿A qué creés que se debe el éxito de la tira?
Podés tener un elenco increíble y que sea un fracaso, o tener el mejor de los libros, y que también falle. En este caso, pienso que es una conjunción de muchas cosas: la química, los libros, y los perfiles de los actores.
¿Qué planes tenés para cuando termine “Dulce amor”?
Tuve una propuesta para volver a irme a trabajar afuera, pero por ahora no tengo ganas de volver a viajar por tanto tiempo. En cine existe una posibilidad. En teatro todavía no hay ningún ofrecimiento, pero decidí que si voy a tener un bache en la televisión, apuntaré a hacer teatro, cosa que no hago desde hace 4 años.
¿Sentís que recibís más reconocimiento afuera que acá?
Al principio creo que buscaba más ese reconocimiento, por eso me debo haber ido. Pero la verdad es que hoy no me importa tanto. Busco más que eso, quiero disfrutar de mi trabajo. No quiero grabar 25 escenas por día y quedar agotado. Eso no quiere decir que no aceptaría un protagónico, pero prefiero ganar menos y tener tiempo para comer un asado con mis amigos.
¿En algún momento te planteaste dejar la actuación?
Sí, muchas veces. Hace rato que busco no perderme de más cosas. No quiero llegar a los 60 años y mirar para atrás y decir: “¿Porqué me perdí de esto?”. Al reloj no lo podés dar vuelta. Me lo cuestiono todo el tiempo. Vivir la ruptura de una familia, una separación, el tener un hijo que vive en Perú, hace que no quiera perderme de nada. No quiero ganar más plata, busco pasarla bien.
¿Cómo sigue tu vida personal?
Después de separarme dije: “no planifico más”. Porque siempre tuve la imagen de la familia presente en la cabeza. Le di una importancia tan grande que, cuando se rompió, sufrí demasiado. Me di cuenta que no sirve de nada planificar. Ahora estoy solo, pero quisiera tener otro hijo y me gustaría volver a enamorarme.
¿Cómo es tu relación con tu hijo?
Le tenía mucho miedo a la distancia, ya que son muchos viajes. Es un experimento medio raro, pero me encuentro con un hijo que me adora. Está en esa edad (4 años) en donde ya es un compañero, un amigo. Es lo que me toca. No viviría allá, soy una persona muy arraigada. No sería feliz en otro lado que no sea acá.
Cernadas no viene de una familia de actores. Su padre trabaja en el campo y su madre en una obra social. Si bien su abuela fue actriz, la educación que recibió se relacionó más con el rubro empresarial que con el artístico. “Mi viejo no entiende lo que hago -confiesa el actor-, no está orgulloso de mí en ese sentido porque no tiene nada que ver con él”. Su futuro apuntaba a trabajar en el campo. Iba a estudiar agronomía y dedicarse a la vida rural. “Después me di cuenta de que lo que yo quería era estar siempre arriba de un caballo, y la agronomía no era solamente eso”.
¿Cómo fue romper con ese molde familiar?
Me costó mucho ganar seguridad en el medio. Siempre fui muy tímido, lo cual es una gran desventaja en esta vocación. Hace 20 años que hago esto y recién hace cinco que me siento realmente cómodo. Los primeros años no los disfruté para nada. Tuve que golpear todas las puertas para ganarme el lugar. Nada de lo que conseguí me lo regalaron, eso seguro...
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