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13 ene 2013

Calu Rivero, desprejuiciada: “Considero una lola igual a un codo o a la boca”




A su regreso de Nueva York, a punto de estrenar “Tesis para un homicidio” con Ricardo Darín y luego de darle un cierre a su personaje en “Dulce Amor”, Calu Rivero habló con la revista Luz sobre su magnífico presente, sus amores, su cuerpo y su futuro.
-¿Cómo vivís este primer acercamiento al cine?
-Con total alegría. En un punto lo deseé mucho y lo atraje. Tenía la convicción de que iba a llegar en el momento en que estuviera preparada; pero nunca imaginé que iba a ser de esta forma: jugando en primera con Ricardo Darín. Cuando quedé en el casting la llamé a mi mamá llorando de alegría. Me desbordé de emoción como cuando me convocaron para mi primera tira (Patito Feo).
-Hiciste una escena de sexo muy fuerte. ¿Cómo te animaste a tanto?
-Terminé disfrutando hasta esa toma que fue una de las más heavy de la película. Se buscaba una secuencia hard y oscura. Mucho no me preocupé porque soy súper desprejuiciada con el cuerpo. Es una herramienta de trabajo y considero una lola igual a un codo o a la boca. No le pongo una carga de tensión extra a ninguna parte del cuerpo en especial.
-¿Cómo terminó tu vínculo en “Dulce amor”?
-Volví de viaje y grabé el final para cerrar la historia con Julián (Juan Darthés), ya que hay otros proyectos dando vueltas con Telefé. Se habló mucho de mi ida, se dijo de todo, pero, por suerte, los rumores quedaron en el olvido. Disfruté la novela y para mí fue novedoso ser parte de un proyecto tan masivo. Lo popular tiene algo de salvaje que me encantó.
-¿Qué fue lo mejor que te pasó en estos dos meses afuera?
-Recuperé mi espontaneidad. Antes de partir estaba muy cargada, me era muy difícil salir de este círculo en el que me muevo. Tampoco podía tomármelo con liviandad. Decidí irme en un momento que necesitaba bajar un cambio.
-¿Fue para tanto?
-Sí. Me preguntaba todo el tiempo si eso feo que me sucedía era crecer. Si era así,prefería quedarme siendo una niña (risas). No podía controlar lo que se decía de mí. Iba caminando por la calle y no lograba despegarme de la mirada del otro. Ya no era espontánea, no era la niña salvaje del Interior. Allá, me encontré a mí, vi mis miedos, la sensación de anonimato y la soledad. Volví a ser una adolescente, que se divertía y que conocía a quien quería; si tenía ganas iba a bailar con alguien y si no me quedaba sola. Fue ideal, me liberé de muchos prejuicios.
-¿Cómo se sintió la chica de Recreo (Catamarca) en la gran ciudad?
-Genial. Fue muy divertido. Me creía súper lanzada, pero resultó que no era tan así(risa pícara). A pocos días de llegar un amigo de un amigo (que no conocía) me invitó a festejar su cumpleaños a su casa. Al momento de ir no me animaba, no sabía dónde era, con quién iba a hablar… ¡Tantas vueltas! Parecía una novata. Me decía: “¡Carla, andá!” (tal su verdadero nombre). Finalmente fui y la pasé increíble. Me topé con esos miedos que pensé que había superado.
-¿El resultado fue bueno?
-Sí, ahora estoy más liberal en cuanto a las relaciones. Pude lanzarme a hablar o conocer a otra persona sin hacerme demasiada historia. Por ejemplo, salí con un asiático compañero mío del curso, me invitó a comer y acepté. En otro momento hubiera puesto miles de excusas. Aprendí a preguntarme ¿por qué no?
-¿Te irías a trabajar allá?
-Sí. En realidad lo que me gusta es sumar experiencias. Está en mi naturaleza expandirme: me fui de Catamarca a Córdoba y de allá partí a Buenos Aires. Nunca voy a autoimponerme la presión de crearme una carrera en Hollywood. Voy haciendo mi camino de a poco, lo que me interesa es tener todas las herramientas por si llegara el momento.
-Al regreso del viaje, ¿cómo está tu corazón?
-Perfecto. Estoy sola y muy bien. Transitando un estado de felicidad muy grande: hago lo que tengo ganas de hacer. Si quiero salir, salgo; si quiero conocer a alguien, lo hago. No me privo de nada. Estoy fluyendo a la perfección.
-Por lo visto, apostaste a las relaciones casuales…
-Creo en ellas absolutamente. Soy una nueva Carla, sin prejuicios.
-¿Qué te cautiva de un hombre?
-La espontaneidad. Busco que esté en la misma sintonía que yo. Siempre tendí a ir mucho al drama en mis relaciones, me proponía cambiar al otro y contagiarlo de alegría. Ahora tengo ganas de compartir esa diversión, no de deber generarla.
-¿Es difícil encontrar alguien con esas características?
-(Piensa). Está un poco complicado conseguir chicos livianos. Hay muchos dando vueltas, pero todos ¡con tanto rollo! Vamos a ver qué me depara 2013.

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