Como ya se había hecho con grandes éxitos locales, Telefe encargó el teatro porteño, lo llamó a Marley para que se calzara el smoking de anfitrión, y repartió entradas para los fanáticos, que las agotaron en minutos. Los afortunados que consiguieron ingresar pudieron ver junto a sus héroes el desenlace de esta superproducción de amor y venganza, la más rentable de la historia de la tevé según la revista Forbes. Los que quedaron fuera, acompañaron con gritos y flashes la llegada de los actores a la función, en especial la de Cauã Reymond y Débora Falabella (Jorgito y Nina).
Hay que decirlo, el joven y atractivo actor ha sido el sujeto de uno de los grandes enamoramientos colectivos de los últimos años. Sin embargo, no se puede reducir la trascendencia de Avenida Brasil solo al sex appeal de sus protagonistas. Los personajes complejos bien interpretados, las tramas múltiples y llenas de vericuetos -propiedad de la imaginación del guionista João Emanuel Carneiro-, configuraron las claves del interés. Avenida Brasil se corrió además del relato centrado en los “ricos” y prefirió retratar a esa clase trabajadora que vive en los suburbios, que juega al fútbol, y que, convengamos, produce más identificación con el telespectador.
Pero también lo fue la preparación y su tiempo estipulado de trasmisión. Su gran karma, en cambio, fue haber caído en las manos de productores vernáculos ansiosos por el rating: en la última etapa sufrió los cambios de horarios y los estiramientos que la tevé local suele aplicar a las gallinas de los huevos de oro. Si hubiera sido por Telefe, la novela podría haberse extendido eternamente. Por suerte para los fans, era una lata.
Cómo fue el final
En los últimos minutos, se esclareció el crimen de Max cuando la brillante y malvada Carminha confesó haberlo matado en defensa propia. Pero además, como todo villano que se precie, tuvo su cuota de reivindicación: salvó a Nina y a Tifón del secuestro de Santiago. Con ello, Carminha desistió de su huida y terminó en la cárcel, cambiando lugares con Mamá Lucinda. El resto tuvo el toque del cuento de hadas. Nina y Jorgito anunciaron que estaban esperando un bebé y comenzaron a vivir la vida de felicidad que se merecían. Tras un breve salto temporal, Carminha volvió al "tiradero", conoció a su nieto y logró hacer las paces con su familia.
Mientras la trama llegaba a su conflagración final, los tuits relacionados con el programa se multiplicaban en la red social y el rating trepaba a los 28 puntos. En estos días de Mundial de fútbol, el gesto de Jorgito de dejarse fotografiar con la camiseta del seleccionado nacional en la previa del lunes, quedará solo como una anécdota. En la rivalidad en donde el rating manda y los espectadores premian productos de calidad, la alegría de este año en la televisión, fue brasilera.
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