Extreme makeover: Reconstrucción total tiene once temporadas en su versión original y fue creado en la tierra del american dream, pero su objetivo desconoce de latitudes: acá se trata de construirle una casa a una familia que se vio atravesada por una tragedia y asegurarles un mejor futuro. En Argentina 3.2 millones de personas habitan viviendas con problemas estructurales o en condiciones de hacinamiento, de ahí que el sueño no sólo sea (norte)americano.
Para la versión local Andy Kusnetzoff se pone al frente del programa que es producido por Infinito y Endemol y que en su primer episodio tuvo el caso de los Rodríguez, familia conformada por una pareja que adoptó a tres niños, dos de ellos ciegos de nacimiento. Para contar su historia Kusnetzoff vuelve a demostrar sus dotes para la conducción, sin golpes bajos o exceso de energía, y marca que sensibilidad no es sensiblería. Que existe la tele de las historias de vida "sin pianos emotivos". Televidentes agradecidos.
El capital del programa está en lo que cuenta y en la forma del relato, relato que cumple a rajatabla con el formato original, aún cuando el "muevan el autobús" que grita el conductor suene tan ajeno a nuestra habla. Aún cuando la inclusión de publicidad no tradicional parezca forzada y excesiva. Aún cuando los copetes y la voz en off de Andy amenazan con quebrar la frescura con la que se desarrolló el debut.
Sin embargo el ida y vuelta entre el conductor con los integrantes de la familia o el equipo de trabajo con la vista tapada eligiendo materiales para el diseño de una casa ideada para no videntes fueron puntos que sumaron a una emisión que cargó las tintas en la nueva perspectiva de futuro de los Rodríguez.
La maquina de crear sueños televisados sigue funcionando, pero no como promesa sino como una realidad. Una casa que es más que paredes, techo y jardín. Una oportunidad para un nuevo comienzo.
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