“Me sentía atrapada dentro de mí misma”, confiesa Lucía, feliz por haber superado las expectativas del primer desafío. “Tenía que meterme en el estilo de alguien que es completamente opuesto al mío. Yo gesticulo mucho y ella canta para adentro, con los ojos cerrados, casi ni se mueve”. El trabajo previo con los coachs del reality se centró en eso: aprender cada uno de los mínimos movimientos y gestos de Adele en el escenario. “Tenía marcado en qué palabra abría los ojos, cuándo subía una mano o la otra, cuándo doblaba los dedos, todos los detalles”, cuenta.
Pero eso no fue todo. “Cuando interpretó el tema Someone like you, Adele estaba disfónica por un problema en las cuerdas vocales. Así que tuve que tener en cuenta eso también, sumado a estar pendiente del acento inglés”, repasa Galán. Así que, para convertirse en Adele tuvo que apelar a todos sus recursos como cantante y a algunos otros como actriz.
Claro que después llegó la transformación física que exigen las reglas de este reality. Y para eso, Lucía (como todos los participantes) se sometió a dos horas de maquillaje (y a una máscara de látex), un par de lentes de contacto azules, pestañas postizas y una peluca de tamaño considerable.
“Todo eso, por un lado, te ayuda mucho a encontrar el personaje, pero son aditamentos que, a la vez, resultan muy incómodos. Me miraba al espejo y me sentía poseída”, bromea la cantante.
Por si fuera poco, su hija, Rocío (16 años), le metió presión: “Ella es fanática de Adele y casi que me amenazó: “ Si te sale mal, te mato ”. Y después, no lo podía creer. Así que tuve una semana bastante presionada, con una mezcla de cosas. Pero lo disfruté mucho”.
Las reglas del programa marcan que los participantes no pueden parodiar ni caricaturizar; las imitaciones tienen que ser serias. Si después eso deriva en algo humorístico, involuntariamente, es otra cuestión.
“Yo soy muy exigente, así que fui como veinte veces a probarme la ropa, ensayando atenta a los detalles. Y estuve pendiente de todo eso durante la actuación. Así que recién caí en lo que había pasado en el estudio cuando terminé de cantar. Fue muy emocionante”.
Tan concentrada estaba en que la imitación saliera lo más ajustada posible, que Galán se olvidó de la competencia propiamente dicha. “No me acordaba que iba a haber un ganador por programa, así que fue una alegría extra ganar en la primera noche”.
Para los que se sorprendieron con el tono menos agudo de Lucía en su actuación con el tema de Adele, ella explica: “Ese es mi tono real. Lo que pasa es que cuando canto a dúo con Joaquín buscamos uno un poco más agudo para equilibrar y que a él también le quede cómodo el suyo”.
Que su hermano sea parte del jurado, según ella no la condiciona. “El no me ve en los ensayos; se tiene que sorprender como todos los demás. Además, su faceta de productor lo hace ser muy objetivo en sus observaciones”, asegura.
A principios de año, a Lucía le habían ofrecido participar también del reality en su versión española. “Era una movida muy grande trasladar por unos cuantos meses a la familia a Barcelona. Así que decidí quedarme”. Y al parecer, la elección le trajo suerte.
Ahora, Lucía está concentrada en el próximo desafío que la espera el lunes que viene. Tendrá que ser el español Raphael, interpretando su clásico Escándalo. Será cuestión de verlo.
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