Las ficciones diarias de la pantalla chica imponen un ritmo de trabajo vertiginoso, que genera tensiones y exigencias, sus guiones suelen estar atados a la batalla por el rating y sus actores deben lidiar con todo tipo de presiones. Es un ambiente que ofrece flashes y privilegios que tientan a muchos, pero que también agobia a otros.
Jazmín Stuart comenzó a moverse en ese mundo cuando era una adolescente, en Verano del 98 . Ahora, a sus 36 años y madre de un nene, parece saber lo que quiere y cómo manejarse en el medio. Después de nueve años sin grabar una tira diaria- cuando se sumaba a la segunda temporada de la exitosa Son amores -, la actriz volvió al ruedo con la nueva apuesta de Telefé Mi amor, mi amor , junto a Brenda Gandini y Juan Gil Navarro.
"Desde que empecé a trabajar como actriz, no paré de hacer tira durante muchos años. Llegó un momento en que me cansé de ese ritmo de trabajo. Tenía ganas de trabajar con más profundidad, de hacer mis cosas", contó a LA NACION .
A partir de ese entonces, Jazmín pensó qué era lo que quería hacer y se dedicó a participar en una seguidilla de unitarios: Historias de sexo de gente común (2004 y 2005)- su "mejor experiencia en televisión"- Conflictos en red (2005), Al límite (2006), Mujeres asesinas 2 (2006) y El hombre de tu vida (2012).
Pero eso no fue todo. Paralelamente, Stuart se dedicó a sus proyectos personales. Comenzó a trabajar desde otro rol, con las herramientas que incorporó al estudiar dirección de cine y dramaturgia. Escribió y dirigió su primera obra de teatro, La mujer que al amor no se asoma ; y, en cine, debutó con su ópera prima Desmadre, que co-dirige junto a Juan Pablo Martínez, y que fue protagonizada por Florencia Otero y Claudia Fontán.
"Mi plan es ir alternando este sistema de trabajo industrial, mainstream , y hacer cosas más independientes. En la medida que pueda, los iré alternando", sostuvo. De hecho, para el próximo año, cuando finalice Mi amor, mi amor , ya tiene en mente un nuevo largometraje para dirigir.
Pero no sólo quiso dejar de hacer televisión con tanta intensidad, sino que también se agotó de ser una espectadora de la pantalla chica. "No miro televisión, me cansó. Dejé de ver tele hace unos cuatro años, cuando estaba embarazada. Era la época de la gripe A, los noticieros estaban muy sensacionalistas, la programación estaba plagada de ciclos de chismes y programas amarillistas. Me dejó de atraer y la realidad es que perdí la costumbre", señaló.
Hoy, sólo sigue por Internet las ficciones que le interesan: "Miré En terapia y siempre trato de ver algunos capítulos de los unitarios de Pol-ka, por lo menos para ver en qué andan. También vi algo de Graduados , porque me daba mucha intriga que todo el mundo estuviese tan fanatizado." Aunque aclaró: "Es más por una cuestión de mantenerme al día con lo que está pasando, pero no me engancho a mirar tele."
Los 23 años que lleva en el medio, le enseñaron a ordenar prioridades, ajustar la intuición, tener paciencia a la hora de elegir un proyecto y a divertirse: "A esta altura de mi vida, ya no me miro tanto a mí. Ahora me preocupa más el contexto en el que estoy que lo que yo hago. Me fijo si el producto funciona, si es algo que yo vería y si está bien hecho. Sobre mi laburo, voy mejorando a medida que puedo hacer distintos trabajos. Este es un oficio en el que aprendés cuando hacés."
Mi Amor, Mi Amor
En la ficción, la actriz es Valeria, la novia de Juan (Juan Gil Navarro). Una chica femenina y elegante, socia de un centro de estética, que heredó de su madre la preocupación por terminar una carrera e independizarse antes de convertirse en mamá.
La Nación
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