Julián Weich acaba de terminar un nuevo programa de su larga factura. Todo es posible, es el 10mo ciclo que conduce en la televisión argentina, una producción que mezcló entretenimiento e historias de vida, dos temas en los que él es especialista. Una cara más que conocida para la tele, que empezó como actor, pero que en cada uno de los proyectos de los que participa lo hace como el más aplicado de los productores.
Es de los pocos conductores que no usa “cucaracha” y ese no es un detalle menor. Mientras otros recurren al audífono para que la producción los guíe, él dice que no le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Para eso estudia y se aprende de antemano cada sección, cada juego, se mete en la cocina del programa y la seguridad que le da hacerlo, se nota al aire.
El trabajo del actor es hacernos creer eso que nos cuenta, ese es el negocio y sin eso está todo perdido. Julián lo sabe, y en gran parte por eso lleva esa premisa también a la conducción. Cuando cuenta una historia emociona y cuando juega un juego transmite cosas, porque se permite emocionarse y porque juega de verdad al aire. Sabe que para hacerle creer algo al televidente primero se lo tiene que creer él y ahí es donde hace la diferencia.
Una apuesta segura a la hora de ponerlo al frente de un ciclo, es de los profesionales más completos del medio. Un conductor y actor con vicios de productor que hizo su carrera en base a un estilo propio y a una forma particular de relacionarse con la gente. Y lo más importante es que logra ser efectivo a fuerza de mucho trabajo, y eso no es poco en nuestra tele 2012.
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