Clarita es una empleada doméstica que rompe los esquemas. Cordobesa, algo malhumorada, confianzuda, “una mina que no quiere laburar, no le gusta”. Su madre, Dolly, dicen que es aún peor. Se las ve en bata, a la madrugada, jugando a las cartas y tomando fernet. “Truco, quiero retruco, quiero vale cuatro”, se desafían, ríen y se divierten.
Mercedes Morán y Mercedes Scápola Morán, madre e hija, las actrices detrás de los personajes, juegan en la vida y en la obra.
Un sol que se le adelantó a la primavera entibia el set de filmación en el que ellas graban las escenas de Graduados (lunes a viernes a las 21.15, por Telefe) que saldrán al aire la próxima semana, en las que actuarán juntas por primera vez en sus carreras.
“Ahora que me acuerdo, yo hice un bolo en Gasoleros . No compartíamos escenas ni nada, pero yo grabé dos o tres capítulos y fue una de las primeras cosas que hice en televisión”, rescata Scápola de algún rincón de su memoria, y su madre la mira con asombro, como sorprendida por el dato. Hace 14 años, Morán se consagraba en televisión con uno de sus personajes más recordados, Roxy, y Scápola daba los primeros pasos por el mismo camino.
¿Cómo se sienten actuando juntas por primera vez y recreando el parentesco en la ficción?
Morán : A mí me encanta la idea de que sea yo la invitada en el programa donde ella está participando, y no a la inversa. Eso creo que nos motivó mucho. También el hecho de hacer este chiste, este cameo, donde de alguna manera nos podemos empezar a reír de nuestro vínculo. Porque entro haciendo de la madre de Clarita, que ya es un personaje en sí mismo, y entonces está bueno esto de tener que adaptarme yo a ella, tener que verla y observar el comportamiento que creó y a partir de eso empezar a clonarme con ella. Voy a intentar que mi personaje tenga estas características. Es realmente un juego muy divertido.
Scápola Morán : Me parece que esta participación cayó en el momento justo y con un personaje que era el ideal. Como dice mi mamá, el chiste de la madre cordobesa de Clarita era lo que más nos divertía hacer. Hemos visto muchas Claritas cuando éramos chicas e íbamos a Córdoba (Ver El acento...). Hay algo de esa manera, ese malhumor, esa cosa confianzuda y desubicada que hemos observado y que siempre nos causó gracia. Supongo que por eso yo armé esto, porque era algo muy cercano y que a mí me divertía actuar.
¿Y cómo es la relación madre-hija fuera del trabajo?
Scápola : ¡Maravillosa! (exagera con ademanes y gestos) Morán : No nos vamos a besar en la boca, si eso es lo que querés saber. (Ríen ambas) Scápola : Sería un bombazo, pensalo... Hablando en serio, es justamente al revés esto de ser “la hija de”. Aunque podría haberlo aprovechado, si hubiera querido, no es la manera en que ninguna de las dos piensa esta profesión. Por eso jodemos con lo del beso: es una situación que pertenece a un mundo completamente diferente.
¿Y cómo fue el mundo particular de esta hija que se llama como su madre y que decide seguir la misma profesión?
Scápola : A mí de chiquita no me pasaba que quería ser actriz o famosa. Pero cuando a los 15 o 16 años algo de esto me empezó a llamar la atención, lo primero que ella me dijo fue “andá a estudiar”. Digo, de lo que se encargó fue de conseguirme un maestro divino y amoroso, que fue Agustín Alezzo, con quien empecé a estudiar y estuve durante siete años. Entonces siempre la relación tuvo que ver con el estudio, con el teatro, con el amor a la profesión.
Morán : Yo creo básicamente en los maestros. Creo que cuando estás descubriendo tu vocación, o cuando ya la descubriste y querés empezar a formarte, lo mejor que te puede pasar es toparte con un buen maestro. Yo tuve esa fortuna. Entonces se lo dije a ella en su momento, como se lo dije a cada una de mis hijas, encontrarse con un buen maestro es importante porque eso te ilumina más allá del momento mismo de la formación; es algo que te queda para siempre. Y además porque yo siempre traté de correrme del lugar de dar consejos y de decir cómo se deben hacer las cosas.
¿Nunca se los diste?
Morán : No, no, porque eso es intransferible. Sí nos hacemos comentarios. Yo le pido a ella su opinión sobre mi trabajo y para mí, su mirada antes de un estreno es muy importante. No sólo por el vínculo, sino por lo que yo creo que ella es como actriz, o como directora, porque también la considero una directora fantástica, aunque ella todavía no lo termina de asumir. Entonces, nuestra relación es de igual a igual. Nos sentimos así.
¿Y cómo fue, para una chica que da sus primeros pasos en la actuación, que la popularidad de su madre explote como ocurrió en su momento con “Gasoleros”?
Scápola : Sí, yo tenía unos 20 años cuando ella pegó ese salto a la súper popularidad con Gasoleros , pero yo también vi el proceso que ella hizo hasta llegar a ese momento. Cuando ella hacía televisión, yo no iba casi nunca. Pero sí en cambio nos llevaba a mi hermana y a mí al teatro. Yo tengo el recuerdo de saberme sus obras de memoria. Yo viví, y fue lo que más me interesó, todo ese proceso enorme de verla, antes que una actriz famosa, una actriz prestigiosa. Eso fue lo que más admiré o lo que más aprendí, ese caminito que ella hizo hasta romperla mediáticamente.
Se nota que actualmente disfrutan ambas del vínculo y de jugar con eso. ¿En algún momento fue una carga?
Scápola : Y sí, supongo que hubo algún momento en donde me pesó más. Sobre todo al principio. No quería que pensaran que estaba en determinados lugares, o que hacía determinadas cosas, porque era “la hija de”. Esta nota seguro que no la hubiésemos hecho hace 15 años. Pero ahora es como que está todo más relajado y hay menos cosas para demostrar y más para jugar, para divertirnos juntas. Hoy he dado algunos pasos como para que, si me comparan, me pese un poco menos. Cada vez me pesa menos y lo disfruto más.
Morán : Yo siempre traté de facilitarle las cosas como cualquier madre en cualquier ámbito lo hace con su hijo. Y ella, por su naturaleza y su carácter, se ocupó de no dejar que yo le facilitara nada. Ella siempre quiso hacer su propio camino.
Clarín
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