La tele es imagen, movimiento, acción; pero también es palabra. Los diálogos entre conductores, invitados y periodistas marcan el pulso de cualquier programa de actualidad. Y así también sucede en las ficciones, donde el guión comanda el transcurso de las escenas y la verosimilitud de los personajes. Con la pluma de Juan José Campanella, El hombre de tu vida engalana, domingo a domingo, la función de la palabra en la tele.
Es cierto que tanto Guillermo Francella como Mercedes Morán y Luis Brandoni, al darle voz a los guiones de Campanella, saben captar la esencia de cada significado y de los diferentes sentidos de los parlamentos que aprenden y hacen propios en la piel de sus personajes. Tal vez no haya tantos actores capaces de realizar un trabajo tan preciso. En sus voces, las palabras pensadas y escritas por Campanella se potencian.
Pero está claro que la labor intelectual del escritor y director de la serie conforma, en grandísima medida, la conquista que El hombre de tu vida tiene sobre la audiencia. La historia no avanza con constantes cambios dramáticos, proezas ni grandiosas peripecias. Se centra en el detalle. En diálogos sensibles, repletos de humor inteligente y minuciosidades que elevan la calidad del producto.
En El hombre de tu vida, los personajes hablan como si estuvieran en su casa, en un bar o en una plaza, no en un set de grabación. El profesionalismo de los actores y la gracia de los libros componen un universo sólido. Cada palabra tiene un valor y funciona como información concreta para narrar la historia con un alto grado de credibilidad.
Por eso la serie se gana el público que merece. Es uno de los programas más vistos de la tele porque, entre otras cosas, logra identificación, emotividad y risa a partir de esas escenas “chiquitas”, esas conversaciones casi “de entre casa”. La fuerza del relato se concentra palabra a palabra, en cada diálogo, en cada pensamiento en voz alta de los personajes.
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