Es un caso aparte en la fauna televisiva el de Bermúdez. Mientras la enorme mayoría de las personas que habitan este mundo hacen lo imposible para mantenerse en la pantalla, él decidió bajarse en la cima de su carrera. Consolidado como EL galán de la década del ’90 y con éxitos como Celeste,Antonella, Nano y tantos otros cargados sobre sus hombros, Gustavo priorizó su familia. Dejó todo y, sin dudarlo, se fue a vivir a San Martín de los Andes con su por entonces mujer, Andrea González, y sus pequeñas hijas, Camila y Manuela, hoy de 22 y 13 años, respectivamente.
Luego de doce años alejado de los medios, Bermúdez sintió que era su momento de volver a la televisión. Separado de su mujer tras 22 años de matrimonio y con sus hijas ya más grandes (la mayor estudia en Buenos Aires), Gustavo sintió que había llegado su hora. A los 49 años, infló el pecho y desempolvó el traje de galán olvidado en el placard para encabezar Somos Familia, la novela producida por Quique Estevanez, en el prime time de Telefe.
Franco y sincero, se entrega a una extensa charla con Ciudad.com en la que repasará su vida, hablará del amor a sus hijas y el público, la soledad, la televisión salvaje y mucho más.
- Alguna vez dijiste que dejaste la televisión en el pico de tu carrera por tus hijas. No cualquiera se banca una decisión así.
- Nunca es una sola causa, pero esa fue una de las razones. No es que dejé la televisión sino que le di prioridad a estar con mis hijas. Elegí eso, dedicarle más tiempo a mi familia. Igual, no es que fue fácil para mí. Te da un poco de miedo, pero prioricé esto antes que el dinero. La vida ya había sido generosa conmigo y me había dado muchas oportunidades. Y me di cuenta que después, cuando mirara para atrás y mis hijas fueran grandes, era algo que no lo iba a poder tener. Fue una decisión acertada.
- ¿Muchos te dijeron que estabas loco, que nunca ibas a volver?
- Hubo de todo. Pero en el fondo, uno sabe las cosas que tiene que hacer en la vida. Con el tiempo, aprendí que las decisiones se toman a conciencia, más allá del resultado. A veces no sale bien, pero lo importante es elaborar la decisión.
- ¿Qué hiciste allá mientras tanto?
- Me dediqué fundamentalmente a estar con mis hijas, a llevarlas al colegio, estar con amigos, con la mamá de mis hijas. Viajaba a Israel para hacer algunas cositas, tenía trabajitos salpicados, pero nunca quise incursionar en otras actividades.
- ¿Y cómo fue la vuelta al trabajo después de tanto tiempo?
- La experiencia sirve para algo y ahora vivo las cosas de una manera mucho más tranquila. Sin tanta presión como antes, fue una decisión que tomé a conciencia. Tenía ganas de hacer un programa familiar como este y la pasé bárbaro. Fue una experiencia divina. Por suerte, el rating nos acompaña y como teníamos muchos capítulos grabados, estábamos muy tranquilos con lo que estábamos haciendo. Con mucha dignidad y compromiso.
- Cambió mucho la televisión desde tu última participación. El rating impone cambios bruscos en las historias, por ejemplo. ¿Te generaba alguna inquietud?
- No me gustaría que me pase, la verdad. Esos volantazos no son lindos, una vez que estás contando algo, no es bueno cambiar. Pero bueno, a veces no te queda otra. Prefiero estar convencido de lo que hago desde el comienzo.
- ¿Qué ganaste en todos estos años?
- Experiencia de vida, un actor trabaja mucho con eso. A mi edad, te tenés que poner o más inteligente o más bobo. No podés seguir igual toda la vida. El otro día leí algo que me gustó: ‘Cuando crees que sabés un montón de respuestas, la vida te cambia todas las preguntas’. Y tiene que ver con el crecimiento. Las decisiones que tomamos en nuestra vida son importantes porque hay otras que el destino se encarga de ponerte.
- ¿Y qué preguntas te hace la vida ahora?
- Hoy no tengo nuevas preguntas, vengo con las que traigo hace años y las voy aprendiendo a responder. Es un trabajo día a día, para poder evolucionar, conocerse más y ser mejor persona.
- ¿Qué te dijeron tus hijas cuando surgió la propuesta?
- Les comenté que tenía ganas de volver a trabajar y vieron a su papá feliz con lo que hacía. Les transmití mi felicidad y así lo vivieron también.
- ¿Influyó la separación de tu mujer en tu decisión?
- No, pero si… más allá de que mis hijas estaban más grandes, me encontraba con más tiempo libre también. Tenía más tiempo para mí y empecé a dedicarlo a las cosas que me gustan. que es esta profesión.
- ¿Qué es lo que más extrañabas?
- Soy muy agradecido del contacto con la gente porque a pesar de tantos años de no trabajar se mantuvo vigente. Hay un ida y vuelta con el público que quedó vivo y recibí muchísimo cariño de ellos.
- ¿A qué crees que se debe esa vigencia?
- Creo que he sido bastante transparente y he sido muy respetado tanto por la prensa como por el público. He sido bastante honesto con lo que decía y con lo que hacía, y creo que eso ha sido valorado. Les puse tiempo, cuerpo y compromiso a cada novela que hice. Me gusta hacer las cosas así, y así fui educado. Quizá esa fidelidad de tantos años tiene que ver con eso.
- Esa es la parte linda. ¿Y la parte fea? ¿Fue difícil dejar el sur para volver a Buenos Aires?
- No porque viajo todo el tiempo a San Martín. Voy y vengo todo el tiempo, me reparto entre mi hija más chica, que hace el secundario allá, y mi hija más grande, que cursa la facultad acá.
- ¿Acá vivís con tu hija mayor?
- No, cuando vine ella ya estaba viviendo sola desde hace cuatro años y no quise invadir su privacidad. Pero ella me propuso que vivamos juntos, tengo un lindo vínculo con mis hijas. Y hubiese sido totalmente entendible que no quisiera recibirme, ja ja ja. Me sorprendió con su ofrecimiento. A su edad, yo también vivía solo porque había venido de Rosario y me parece bueno que ella viva esa experiencia.
- ¿Y cómo te sentís en Buenos Aires?
- Siempre me sentí medio turista, que estaba de paso. Es una ciudad que me encanta, siempre digo que es una de las más lindas del mundo. Le doy mucho valor, pero si tengo que elegir para vivir, prefiero el interior. Me gusta más la vida con menos tránsito, menos caos. Fundamentalmente, los lugares son las compañías. Con buenas compañías no hay malos lugares.
- Te fuiste de Rosario a Buenos Aires, después al sur, ahora volviste. ¿No te da miedo hacer borrón y cuenta nueva? Cambiar de casa, barrio, costumbres, hacer nuevos amigos...
- No, me siento muy bien solo. No me molesta la soledad, para nada. Siempre tuve buenas compañías, desde mis padres hasta la familia que formé con mis hijas y su mamá. Podría tranquilamente irme a una ciudad nueva, sin conocer a nadie y no me da miedo. Siempre digo que hay más gente buena que mala. Quizá los malos hacen más ruido, pero me gusta confiar y no prejuzgar.
- ¿Y cómo te encuentra la vida hoy?
- Rodeado de buenas compañías. No me alcanza el tiempo para estar con todos los amigos que me gustaría estar. En San Martín me veía todos los días y acá en Buenos Aires me cuesta mucho. En los pueblos la comunicación es más fluida y más fácil porque todo es a cinco minutos. Es lo que me gusta del interior, tenés más libertad con los tiempos.
- ¿Pero estás en pareja? ¿Cómo tomaste los rumores de romance con Coki Ramírez?
- No, hoy no estoy en pareja, estoy más abocado a los amigos. Ni me engancho en esas cosas, nunca contesté rumores. Que digan lo que quieran, no pasa nada.
- ¿Tus hijas son celosas? ¿Te hicieron algún comentario?
- No sé si se enteraron, mis hijas están bastante al margen de estas cosas. No son de fijarse en Twitter y de ver lo que escriben. Ni a palos. Son muy de pueblo las dos, están criadas allá, cero relación con ese tipo de chimentos.
- Para terminar, ¿dónde te ves en unos años? ¿Otro borrón y cuenta nueva?
- No lo sé, no lo sé… en eso sí voy a paso corto en la vida. Una vez me dijeron ‘si querés hacer reír a Dios, contale tus planes’. Yo fui siempre de planificar mucho, ahora no. Mis hijas están más grandes y no estoy planificando tanto, estoy más en el corto plazo, en acompañarlas a ellas, en dedicarme tiempo a mí.
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