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12 mar 2013

Qué personaje es mamá




Comprensiva, castradora, abnegada, autoritaria, consejera, malvada o ausente (por orfandad o por abandono)... la Madre siempre ha sido una figura fundamental en las tiras. Como se ve, las hubo y las hay de todo tipo. Quiso la coincidencia que en la actualidad, en las cuatro ficciones del horario central, las madres jueguen -en la mayor parte del tiempo- el rol de pieza humorística, casi bordeando lo ridículo. Veamos, si no.
Ellas son Rosita (interpretada por Ana María Picchio), la progenitora de Aurora (Natalia Oreiro) en Solamente vos (a las 21.30, por El Trece), con una personalidad entre ausente e insoportable; Jesusa (en la piel de María Rosa Fugazot), la doña más metida del barrio, sobreprotectora hasta el hartazgo aunque, justo es decirlo, bastante solidaria con los dramas de su Ringo (Luciano Castro) en Sos mi hombre (a las 22.30, por El Trece); Isabel, el soporte básico de la familia Guerrero, cuyo gran baluarte es el nobilísimo Marcos (Sebastián Estevanez), mujer de carácter fuerte, gritona hasta la exasperación y adicta a la ropa de colores chillones, a la que da vida Georgina Barbarossa en Dulce amor (a las 22.30, por Telefe); y Vivi (Graciela Stefani), una señora de mediana edad, empeñada en recuperar la juventud perdida y la pasión amorosa debatiéndose entre el marido de siempre y el novio de ahora, y provocando más explosiones sentimentales que su propia hija, Laly (Brenda Gandini), en Mi amor, mi amor (a las 23. 45, por Telefe).
A estas señoras, los guionistas las engalanan con decenas de escenas graciosas, pero baste recordar los capítulos que tuvieron a Vivi con la cara estirada y sin poder casi hablar por culpa de las cantidades de bótox. Y ni hablemos de Isabel, buenísima, por cierto, y siempre atenta a las necesidades de sus hijos, pero capaz de perseguir al pobre Marcos hasta la ducha para qué le cuente minuto a minuto cómo anda su historia de amor con Victoria. ¿Una de Rosita? El día que Aurora se preparaba para pasar de peluquera de barrio a estilista de las estrellas -le iba a arreglar el pelo a la mismísima Lady Gaga-, su demandante mamá insistía en que nada era más importante que su asistencia a la misa de aniversario del fallecimiento de la abuela. Podría ser materia de algún unitario de terapias de grupo, pero la comedia impone que en algunos momentos Rosita afloje y se convierta en simplemente graciosa.
“La defiendo a Rosita, no la juzgo. Me divierte”, dice Picchio. “Es una impune, y no le importa nada más que su hija. Por eso dice cosas como ‘a mí me hubiera gustado que te cases con un príncipe, porque yo te eduqué para eso’. Yo también eduqué a mi hija para que se case con un príncipe. A veces digo las mismas cosas. No soy Rosita, porque tengo otra profesión y otro contexto”. Para la actriz, su Rosita también es adorable, justamente por lo que tiene de graciosa y simpática, aunque sea “cargosa y metida”. Claro que entre ella misma y su criatura, establece una diferencia fundamental: “Tengo más años, y soy más inteligente”. Cuenta que, en la calle, muchas mujeres se sienten identificadas y le gritan: “Yo también hago eso con mi hija”; por eso sostiene que, finalmente, todas las madres se comportan más o menos parecido, sólo que “algunas no lo reconocen, no son conscientes, yo sí soy consciente porque trabajo para ser mejor”.
María Rosa Fugazot, por su parte, se sitúa en Sos mi hombre en las antípodas de su trabajo anterior como madre del Gitano (Julio Chávez) en el unitario El puntero. Si aquella era egoísta y malintencionada, ésta tiene un corazón noble, a prueba de sufrimientos varios. “Mi personaje es una madre con todas las letras. De las que le ponen el pecho a las balas. Se ha hecho cargo de su nieto y ama la vida y a los seres que le han dado una razón a su existir”, define. “Yo le busco a Jesusa dejos simpáticos y a la vez cotidianos, como esa cosa sobreprotectora, pero cargada de quejas y reproches. Es muy de madre estar echándole cargos a los hijos... los amamos, pero siempre les estamos protestando. Y a su vez, ese tipo de madre que, de tan atenta, respira por sus hijos, resultan también bastante asfixiantes”, se ríe la actriz. Jesusa tiene como particularidad su forma de hablar, con acento español, y Fugazot cuenta que se inspiró en su propia hermana, y en los términos que ella usa: “Me hace gracia y me genera ternura”. ¿Ser la mamá de Luciano Castro? “Lo conozco desde chico, lo vi crecer, no me cuesta sentirlo un hijo -confiesa-. Con Julio (Chávez) era diferente, lo sentía como un par”.
Dueña de un estilo arrollador, Isabel Fontana de Guerrero es un ama de casa hecha y derecha, especialista en ravioladas y milanesas, con las que intenta mitigar los dolores del alma de toda la familia. Sin prejuicios a la hora de vestirse, pudo lucir unas calzas fosforescentes para dar clases de jazz dance en un bar, como colgarse una decena de collares y pulseras de todos los colores para salir a hacer las compras por el barrio. Por la positiva, hay que aclarar que su casa tiene las puertas abiertas, que a pesar de contar los pesitos nunca faltará un plato de más en su mesa, y que, puesta a defender a sus crías, más de uno desearía una mamá con su temperamento. Tanto pegó el personaje enDulce amor, que en la página de Internet que Telefe dedica a las alternativas de la telenovela, Isabel tiene su propio blog -algo atrasado en post por estos días- en el que la propia Barbarossa da consejos sobre la mejor forma de hacer milanesas, cómo amasar una pasta finita, las propiedades del aloe vera y hasta algunos pensamientos sueltos. “Isabel es, por momentos, insoportable” -explica Barbarossa- “la querés matar pero todo lo que hace es con buenas intenciones. Ambas somos viscerales”.
Ser madre no es una tarea fácil para nadie. Ser una “buena madre” es más complicado. Y ser una “madre incuestionable” ya es directamente imposible. Tal vez estas mujeres, con su ocasional patetismo, sus defectos, sus ridiculeces y sus humoradas sean un espejo menos deformado que aquellas madres abnegadas y perfectas que alguna vez la tele nos puso como “educación sentimental” inalcanzable. Y ciertamente hipócrita.

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