Hace 40 años que Chang Kim Sung vive en el país y esta es la primera vez que no tiene un papel de oriental en una tira. “Estoy agradecido de que a alguien se le haya ocurrido que puedo salir del supermercadista chino o del mafioso”, resaltó en diálogo con El Atlántico.
Es la primera vez que no hace de supermercadista chino o mafioso, y eso lo pone feliz. Chang Kim Sung, ahora reconocido por su personaje Walter Mao, el asistente de Clemente (Juan Leyrado) en“Graduados”, siente que puede mostrar todo lo que sabe en materia de actuación y que los 40 años que lleva viviendo en la Argentina lo transformaron en un hombre “muy porteño”.
La felicidad de Sung se nota en su sonrisa cuando habla de sus compañeros de trabajo en la ficción más exitosa del momento que hoy festeja sus 100 capítulos. “Me parece que vamos a estar diez años. Por la onda, sinceramente, puede durar diez años más y todos nos vamos a llevar muy bien. Eso es una maravilla”, resaltó en diálogo con El Atlántico. “Es algo que me parece que no se da en muchas producciones con elenco numeroso”, agregó.
El actor describió que es un lugar ideal para trabajar, donde graban “con entusiasmo” cada capítulo de la tira que noche a noche atrapa a una importante cantidad de espectadores. “Hay una cosa que sucede con la gente en la calle, que cuando alguien te ve, te para con mucho cariño, como agradeciendo que los hacés reír, y eso es un premio muy grande”, expresó.
- Te toca un personaje que generalmente en las tiras o en las novelas es el personaje simpático, de acompañamiento, con el que la gente se identifica.
-Siempre digo que los personajes secundarios, como no tienen el peso conflictivo de la historia, son distintos. En teatro, generalmente, dicen que no hay personajes chicos. Y en esto se nota. Porque si es por aparición o por texto, es un personaje chico. Pero también tiene la libertad. Te da la libertad de asumir con el personaje distintos momentos que no van a modificar la narración.
-¿Te da cierto margen de improvisación tu personaje?
-Hacemos un fifty -fifty.
-¿Tiene que ver con el vínculo que se formó con Juan Leyrado?
-Fundamentalmente. Esto tiene que ver con los compañeros, que te devuelven. Es más, tratamos de no tener el texto memorizado, porque eso te estructura, te hace rígido en ese sentido. Sí lo leemos y vemos qué sucede en el momento. Además está consensuado con el director. Está bueno. Más o menos sé por dónde va, pero lo que voy a decir sale cuando estamos en acción.
-¿Cómo ves la relación de tu personaje con el de Isabel Macedo?
-Con ella vislumbro muchos momentos de sufrimiento para Walter. Cuanto más avanza la relación de Patricia (Macedo) y Clemente (Leyrado), mayor es el sufrimiento de Walter. Hay más lágrimas, odio hacia el jefe. El público sabe quién es Patricia. Nosotros no, pero lo sospechamos y a partir de ahí empieza el odio.
-¿Cómo fuiste armando a Walter Mao?
-Vos tenés una idea. Después se va acomodando. Lo que tenía claro era la devoción por el jefe, sin ponerle otro condimento. Walter cree que le debe la vida a Clemente.
-Como Smithers y el señor Burns en Los Simpson.
-Más todavía. Porque en ese personaje hay admiración pero también temor. Acá no hay temor, hay devoción, admiración, cariño. Y lo primero que me planteé es eso: “¿Qué pasa si el personaje cree que le debe la vida a su jefe?”. Puede matar por el jefe o morir por el jefe. A partir de ahí, Walter se fue armando solo. Voy con el cuchillo entre los dientes para que no me toquen a mi jefe (risas).
-En lo personal ¿qué significa para vos este personaje y la devolución que estás teniendo del público?
-Yo, por mi fisonomía, en distintas tiras tuve entre 15 y 20 supermercados chinos. O sea era el dueño del supermercado. Pasaba de supermercadista a mafioso. De mafioso a empresario que no sabía hablar. Y “Graduados” rompe con eso. Estoy totalmente agradecido de que a alguien se le haya ocurrido que puedo salir del supermercado, o del maf ioso, o del empresario que no habla o habla mal español. Ahora, después de todos esos personajes, en la tira ya no hablo mal en español y ahí está el tema de la libertad. No solamente hablo bien, me pasé de rosca y hablo hasta en lunfardo (risas).
-¿Considerás que pasa con todos los actores que son de una nacionalidad distinta al resto del elenco de una producción, como el caso de los latinos en las producciones de Estados Unidos?
-Es una constante. El petizo es petizo, el gordo es gordo, el alto es alto. Yo con es ta cara, es toy mucho más estructurado y es inamovible, no se puede disimular. No disimulemos, potenciemos con otras cosas. Hace 40 años que vivo en la Argentina y con mi forma de ser soy muy porteño y hay que aprovecharlo sin salir del personaje. Soy más argentino que el churrasco. Y me encanta serlo.
-¿Creés que cuando termine “Graduados” vas a poder encarar nuevos personajes?
-Claro, por ejemplo que este oriental tenga una relación con una chica o un chico que no sea oriental. Y así sería terminar de integrarme en el público, porque ya estoy integrado.
Diario Show
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