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6 feb 2013

Adrian Puente, un periodista todo terreno


Teté Coustarot charló con el conductor del noticiero de Telefe para el Semanario Democracia. Un fanático de la profesión que la vive con el acelerador a fondo. Además de trabajar en Radio 10 y Fox Sports, es papá de Delfina y Bautista. ¿Cómo fueron sus inicios? ¿Sus sueños? ¿Qué opina de Messi? Imperdible.
Hablar de periodismo con Adrián Puente es entrar en un tema apasionante con un verdadero fanático. El periodista de Telefé, Radio 10 y Fox Sports vive la profesión como su vida: con el acelerador a fondo.

Corre de un trabajo al otro, siempre dispuesto a dar un poco más, aunque sin descuidar la vida de su familia y sus dos pequeños hijos, Delfina y Bautista.

Sostiene que “Messi tenía que ser suplente en Alemania para ser quien es hoy, había que cuidarlo”; y destaca que “es un mérito de Pekerman, el gran formador de futbolistas, que debe ser reconocido”.Cubrió en el 2006 su primer mundial siguiendo a la selección argentina, donde se destacó por su excelente labor. Al mismo tiempo, sigue hace años las novedades de la Fórmula 1, la otra competición que lo desvela: “La F1 es la NASA de los autos: los preparan para que vuelen sin despegarse del piso".

-¿Por qué empezaste con el periodismo deportivo?

-Elegí el periodismo pero, cuando terminé el secundario, lo asocié con una gran pasión que me fluía por todos lados: el deporte, con el fútbol y la Fórmula Uno como disciplinas preferidas.

-Qué bueno que pudiste desarrollarllar tu profesión de la mano de una pasión; es el sueño de cualquiera. Además, recuerdo que una vez me contaste acerca de cómo empezaste: vos querías contar lo que pasaba...

-Me acuerdo perfectamente, fue en 1983. Yo tenía 13 años recién cumplidos y había irrumpido el brote democrático. Todavía no se habían hecho las elecciones, pero los candidatos ya estaban en plena campaña. Se percibía un lenguaje diferente. La gente decía cosas muy distintas a las que había escuchado hasta ese momento. Justo un día, mientras miraba a Mónica Cahen D’Anvers y a César Mascetti en un reportaje a Raúl Alfonsín, pensaba lo bueno de entrevistar a alguien así en un momento tan importante. Podía ganar o no las elecciones, pero era fundamental poder preguntarle y tener la posibilidad de convivir con ese escenario. Ahí me picó el bichito y después vino el resto.

-¿Empezaste en algún lugar cuando terminaste el secundario?

-Sí, fui a Círculo de Periodistas Deportivos. Después de una introducción al periodismo, la carrera se va transformando en una especialización de cada deporte. A partir de ahí tuve noción de varios, además de los habituales, y empecé por el que menos te podés imaginar, obviamente.

-¿Cuál?

-Equitación. Me llegó la posibilidad a través de un familiar que me acercó un proyecto para una revista de deportes ecuestres. En la escuela me habían remarcado que nunca le cerrase la puerta a algo que me permitiera ejercer el periodismo, frase que me quedó en la cabeza como parte de un decálogo. Habré estado seis años con los deportes ecuestres y eso me terminó abriendo las puertas de TyC Sports, señal que se había creado para abarcar todos los deportes. Un día conocí a Celeste Avila, que acostumbraba a ir a montar y me sugirió esa posibilidad dado el conocimiento que había adquirido acerca de estas disciplinas.

-¿De ahí saltás a Canal 9 o pasaste por otro lugar?

-Paralelamente estaba en La Red, con Nelson Castro. En ese momento la radio pertenecía a Torneos y el ingreso de Nelson, que venía de Del Plata, se dio a partir de la intención de variar un poco el lenguaje deportivo. Torneos también empezó a ser proveedor de los canales de aire, a los que ofrecía equipos formados. Fue así que pude entrar a Canal 9. Allí estuve cinco años y mi punto máximo fue cuando cubrí todo el Mundial de Alemania 2006.

-Ese es el sueño de cualquier periodista deportivo. ¿Cómo te preparaste?

-Me fui a estudiar alemán.

-Eso te pinta de cuerpo entero. (Se ríe)

-Igual fue una aproximación, pero siempre algo queda.

-¿Y qué te pasó? ¿Te emocionaste? ¿Qué sentiste?

-Esto ocurre con todas las transmisiones deportivas: por la televisión ves más que cuando estás en el lugar de los hechos. En tu casa tenés una noción de los partidos que estando allá no adquirís porque seguís un objetivo en particular. Concentración argentina, notas de color o lo que sea en definitiva te aportan una visión parcial de lo que está pasando. De todas maneras, ser testigo presencial del ruido que genera un mundial de fútbol es una experiencia inolvidable.

-¿Y la organización alemana?

-Después de eso no hay nada.

-¿Qué cosas te impresionaron?

-Primero, el respeto. Todos quienes estaban asociados al mundial -turistas, periodistas, fotógrafos, etcétera- eran personas de culto. Hemos incurrido en infracciones por, de alguna manera, seguir nuestra cultura urbana y ellos se tomaron el tiempo de explicarnos muy amablemente las reglas. Nos remarcaban qué se tenía que hacer. No se trataba de cosas groseras, pero sí de pequeñas violaciones que acá pasan desapercibidas y allá son una multa.

-¿Quién fue el director técnico en ese mundial?

-José Pekerman, y jugaba un Lionel Messi muy joven, suplente. Estaban Hernán Crespo, Juan Román Riquelme, Roberto Ayala. La selección llegó a cuartos de final y nos terminó eliminando Alemania. Yo vi ese partido en medio de alemanes con una credencial que decía “Prensa argentina”. Nadie tuvo en ningún momento ningún tipo de manifestación rara para conmigo. Al contrario. Cuando ellos convirtieron el último penal, uno se me acercó a darme la mano. Aclaro: yo estaba entre hinchas, no entre periodistas.

-¿Cómo era el Messi de ese entonces, Adrián?

-Era un adolescente, el de flequillito y pelo largo de la primera época. Jugó algunos partidos pero era una alternativa, no era titular. Se discutió mucho si tenía que jugar de arranque o no, pero creo que estuvo bien, lo cuidaron. Si no no tendríamos el Messi de hoy.

-¿Vos decís que lo hubiera expuesto?

-Un mundial te expone mucho, y más cuando se depositan tantas esperanzas en un jugador. Además, se arriesgan al jugar con equipos que quizá no manejan los mismos códigos profesionales que en la Argentina. Por ahí son muchos más rústicos y la premisa es parar al habilidoso. Después habla la historia. Fue Pekerman el que tomó la decisión, no era cualquiera: se trata de un docente de fútbol.

-¿Cuándo empezaste con la Fórmula Uno?

-En 1997 para una productora independiente que hacía un programa para Cablevisión.

-O sea que vos sos hijo del cable.

-Y sí… A mí me abrió un montón de puertas, me dio muchas oportunidades. Además era una época en la cual los costos eran inferiores, así que tal vez uno, haciendo un esfuerzo, podía llegar a gestionar algo. Después, con Torneos y Competencias, Fox compra los derechos en el 2002 y desde ese entonces las transmisiones se hacen por ahí.

-¿Cuál es corredor que más te impresionó?

-El primer Schumacher me pareció enloquecedor. Daba placer sentarse a ver cómo resolvía determinada situación con un auto inferior. Ahí se veía la dimensión del piloto. Después pasó a Ferrari y comenzó otra etapa en su carrera. También tuve una admiración brutal por Carlos Reutemann. En la década del 70, cuando yo tenía 9 o 10 años, era una pasión levantarse para ver las carreras del Lole. Era como ver a Guillermo Vilas. Con el tiempo quedó claro que se trató de un piloto de elite, aunque no haya ganado un campeonato.

-Recuerdo que la muerte de Senna fue una conmoción.

-Un día antes había muerto Rutsen Berger, un piloto del pelotón. Y casi se mata Rubens Barrichello también. La muerte de Senna fue premonitoria, una cosa increíble. Una carrera de F1 comprende tres días: el viernes se entrena, el sábado se clasifica y el domingo se corre. El primer día Barrichello se dio un golpe y se salvó por esas cosas del destino. El sábado se mató Berger, por lo que se generó una reunión de pilotos donde Senna dijo que el circuito era inseguro, que no se podía correr. Y al otro día murió en carrera.

-¿Por qué era inseguro?

-Porque Imola tenía curvas de alta velocidad con escapes deficientes. Es decir que, ante cualquier irre-gularidad, un piloto se despistaba a 300 kilómetros por hora y se estrellaba contra una pared. Lo que se planteó en la reunión fue que, a partir del año siguiente, se reformularan todas las cuestiones de seguridad del circuito.

-¿Cómo llegaste a ser conductor de noticiero?

-Es algo que debo agradecer a Daniel Hadad que, en su momento, me abrió las puertas. Me acuerdo que estaba con vos a la tarde y después empecé a la noche con Muriel Balbi. Si Muriel tenía algún inconveniente y no podía ir, yo era la primera opción. Un buen día llegó la posibilidad y, con ella, la oportunidad de probarme y de saber que tenía chances de quedarme. No digo en Canal 9 o en ese horario, sino en la órbita de la conducción. Ese fue el puntapié inicial.

-Además sos una persona muy tecnológica y llegaste cuando las noticias se comenzaron a dar con computadora y no en papel.

-Claro, es otro timing.

-¿Quiénes son tus maestros?

-Vos (risas). Siempre digo que uno tiene que buscar las relaciones profesionales. No se trata de suerte. Si no te gusta, te vas rápido y te quedás con lo que te sirve. Reconozco que estuve rodeado con gente de pizarrón, ese tipo de personas con quien te sentás a aprender: Nelson Castro, Fernando Tornello en el área de F1 con el Tano Fassini y, lo tengo que decir, Teté: considero que estás en esa línea.

-Ser el conductor del noticiero del mediodía de Telefe debió ser el paso más importante.

-Sin dudas. Imaginate que en Telefe me encuentro con personas de mucho oficio, gente con la cual no parás de aprender. Compañeros con quienes adquirís ciertos códigos de la televisión. Además, uno nombra Telefe, con toda la historia que tiene, e imagina un decálogo del cual no te podés correr. Resulta que se trata de todo lo contrario: sentate y volá, sé vos mismo.

-¿Algún sueño?

-Llegar a Telefe fue muy importante. Es un canal líder con una potencia demoledora. No sé si puedo decir que llegué a un techo, porque uno siempre va renovando sus objetivos, pero me siento muy satisfecho y agradecido a la profesión. Si vos me preguntás qué me gustaría, quizás el día de mañana estar ligado a una cadena internacional. De todas maneras, estoy muy a gusto. Como asignatura pendiente está ponerse a la altura del fenómeno de las redes sociales. Es interesantísimo, una fuente de intercambio altísima. Hay que explorar esa veta.

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