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4 mar 2013

Virginia Lago: “Me molesta que me falten el respeto en internet”




“Soy un Lago solo”, dice con humor Virginia, quien todas las tarde presenta Historias del corazón, por Telefe, sin olvidar que los martes es la cita para las creacionesnacionales, algunas interpretadas por ella. “Estuvo Miguel Angel Solá, quien grabará dos ficciones más, y el próximo martes estará Tina Serrano”, anticipa.
Se inició como actriz en la década del 60 pero vivió tiempos difíciles: “Estuveprohibida desde 1976 hasta 1980. Era una de las protagonistas de la segunda parte de El amor tiene cara de mujer y no me dejaron entrar al Canal 9. Nos amenazaron: ¡hay que recibir llamadas de muerte, no es fácil! No sabías si te iban a secuestrar por la calle, pero nunca pensamos en exiliarnos, nos unimos en el grupo Teatro Popular de la Ciudad, ésa fue nuestra manera de resistir. Creo que nosotros hacemos la militancia en el teatro y ahora en este programa de televisión, donde buscamos contar historias deamor, que permitan reflexionar“.
— ¿Desde el canal te propusieron hacer un personaje?
— ¡No! Soy yo, hablándole a la gente. Tomás Yankelevich me propuso conducir un programa de películas por la tarde, lejos de la violencia y con historias del corazón.
—¿Cuál es tu público?
—Me siguen mucho los jóvenes, hombres y mujeres, de veinte a treinta años, donde hay muchos docentes entre los espectadores, y eso hace que me sienta útil. Leo textos deBorgesBenedettiCortázarShakespeare, recordamos el nacimiento de Tita Merello, Discépolo o Troilo y contamos quiénes fueron. No sé quién me puso aquí, creo que Dios, y me siento útil.
—¿Qué fue lo que más te molestó de las burlas por internet?
—Todo se agranda. Me molesta la falta de respeto y las injusticias. No tengo Facebook, hay otra persona que usa mi nombre. Fue mi hijo Pablo el que me contó que se burlaban de mí, y me dolió. Puedo omitir, callar, porque vivo en una sociedad, pero lo que hago es honesto, soy sincera, no miento jamás, es un legado de mis padres.
—Subrayaban el uso de tus diminutivos.
—Es cierto, uso muchos diminutivos, pero ¿qué problema hay? Mi madre era gallega y los usaba: ¿es un pecado? Pensé que no sabía si lo iba a soportar, se lo conté a Tomás y él me dijo: “Todo eso pasa porque el programa tiene éxito”. Mis hijos y mi marido me aconsejaron seguir, olvidarme, y así lo hice.
—¿Fue un error hacer el espectáculo teatral “La mujer del domingo”?
—¡No! Me sigue pareciendo un texto excelente y siento que el trabajo fue muy bueno. La historia –el triángulo amoroso con el hombre que busca a una compañera más joven– se sigue dando. La gente no vino, pero siempre puede pasar. Cuando hicimos Por el placer de volver a verla en Mar del Plata, tuvimos que agregar funciones, aquí teníamos sólo setenta personas. A esta altura, una sabe que no hay explicación ni para el éxito ni para el fracaso. ¡El teatro es un misterio!
—¿Qué opinás de esta división actual K o anti K?
—Cada uno puede opinar, sólo me embandero con lo que me parece justo y hago mi trabajo. Siento que es un mundo injusto, violento, con diferencias terribles, pero no sólo en la Argentina. Se habla de millones de dólares pero no se piensa en los padres que no tienen para darles de comer a sus hijos: eso es indigno e inmoral.
“Soy un bicho de teatro”, reconoce con una sonrisa Virginia Lago, pero no es casual que su familia sea afín a esa pasión. “Mi hija Mariana estrena como directora A propósito del tiempo, de Gorostiza, en la sala Beckett; estarán los domingos a las 18. Pablo sigue teniendo su corazoncito en el teatro pero, desde hace varios años, está dedicado a dar clases de equitación y prepara caballos de salto. Nos dio una nieta, Simona, que tiene cinco años. Mi marido, Héctor (Giovine) está ensayando un nuevo espectáculo –Viejo Discepolín–, que escribió, dirigirá y actuará junto a Sandra Luna, con Juan Cuacci, y les falta encontrar sala”.
—¿La vida te debe algo?
—No. Tengo que agradecer todo. Tuve unos padres extraordinarios que fueron el gran legado. A partir de este programa, tengo una conexión nueva con los más jóvenes, que no me conocían. Poder compartir textos de María Elena Walsh como su Oración a la justicia fue extraordinario. Saber que tenés casi 2 millones de personas escuchando estas ideas me parece un milagro. La vida es pequeña y corta, aunque la tragedia del Once te obliga a pensar.

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